Revista Educación

El peso de la historia

Por Siempreenmedio @Siempreblog

En los últimos años he tenido la posibilidad de conocer a personas de diversas nacionalidades, con las que he podido mantener largas conversaciones y preguntarles por su opinión sobre lo divino y lo humano, para después despedirme de ellas y no volver a verlas nunca más en la mayoría de las ocasiones. En todas ellas he notado el peso de la historia. Me he encontrado con portugueses que veían en cada pareja de la guardia civil un intento de invasión española, a ingleses que defendían la conveniencia de no convivir mucho con los franceses y a austriacos que en una mueca ejemplificaban los temores sentidos hacia los alemanes. En todos los casos subyace un inconsciente colectivo que recuerda revoluciones, invasiones, errores y aciertos de cientos de años de antigüedad.

Vannes, en la región francesa de Bretaña

Vannes, en la región francesa de Bretaña

En el caso de Francia, país que he visitado en los últimos tres años por uno u otro motivo la excepción no confirma la regla. Los españoles no suelen aguantar a los franceses y viceversa. Saltándonos los estereotipos a mí me encanta Francia y sus habitantes. La mayoría sabe hablar español pero no lo emplea salvo que tú hayas intentado utilizar el francés y se vea a la lengua que tus conocimientos no son lo suficiente y, aún en esos casos, empelan las palabras con timidez, como si su casi perfecto español no fuera lo bastante. Los perros no ladran, ni siquiera los callejeros, o al menos, todos aquellos con los que me he encontrado. Y los jardines, áreas de descanso, plazas y calles públicas aparecen limpias de toda mácula y, cosa sorprendente, sin la presencia constante de funcionarios a la caza de la basura, lo que indica que es un pueblo de lo más cívico y limpio.

En definitiva, llámenme traidora todo lo que quieran, pero yo me he quitado el peso de la historia y los prejuicios y me declaro amante de La France, con sus monumentos y naturaleza tan bien cuidados, con su civismo y educación, con los continuos deseos de buenos días de los desconocidos.


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