Si los millones de mujeres que tienen que recorrer grandes distancias para ir a por agua tuviesen un grifo en la puerta de sus casas, sociedades enteras se transformarían.
Por Tina Rosenberg
Fotografías de Lynn Johnson
Sus pies conocen el camino de memoria. Aylito Binayo es capaz de bajar hasta el río a las cuatro de la madrugada por la ladera pedregosa sin más luz que la de las estrellas y subirla de nuevo hasta la aldea cargada con 23 litros de agua a la espalda. Lleva haciendo ese trayecto tres veces al día desde hace casi 25 años,
http://www.nationalgeographic.com.es/2010/03/22/peso_sed.html