Revista Coaching

El peso de la sombra

Por Juanmarodriguez @juanmariarm

El peso del pasadoY llega el día en la que dar un paso es un triunfo. Identificas tan pocos triunfos en tu vida, que decides no dar el paso. Ese día, lo marcas como el final de todo. Iluso. Te vuelves y observas una larga sombra que te amenaza y te  vigila. Siempre esperas que no esté ahí. Esperanza perdida desde el momento que tu luz juró marcar siempre lo oscuro.

Posas tu cansancio en el primer lugar que te prometa descanso. Mala decisión esa. Tomas aire, sabiendo que lo que te sucede no te llevará a buen lugar. Cruzas los brazos y marcas en el aire un plan de acción que se esfuma con la primera brisa nocturna.

Tus lágrimas aparecen cuando hablas con tu fiel compañera. Esa que está siempre a tu lado, la que aparece cuando nunca hay nadie. Frío abrazo el que imparte y sin embargo cálido consejo ofrece, aunque nunca lo escuchas.

Y mientras, ella allí. Dibujando tu silueta de forma amorfa. Simulando la estructura de tus pensamientos. Poco a poco se va alargando. Mientras lo hace, compruebas que el peso que llevas es mayor del que creías. La verticalidad vence hacia atrás, tras años esforzándote por mantenerla hacia delante.

Decides apagar tu luz, de esta manera no podrás distinguirla. Brillante idea aunque que no la veas, no significa que no esté. Tu sombra. Tu carga.

Amanece y te lamentas por ello. La persecución tiene otra jornada por delante. Sabes el final de la misma, la rutina ha marcado tu agenda y el negro ha coloreado todas las horas del día.

Recuerdas que ayer fue el final de todo. Entonces ¿qué día es hoy? Lamentas tu cobardía al comprobar que todo fin viene seguido de un principio.

Principio, inicio. Miras hacia dentro y decides aceptar tu sombra. Identificas que la mejor manera de vencer a tu enemigo es convirtiéndolo en tu aliado. Observas que está compuesta de un numeroso de ladrillos que poco a poco han construido un muro entre tú y tu vida.

Enumeras esas cosas que sin ser consciente de ello te van lastrando en el día a día. Eres capaz de llegar hasta 100 ladrillos de diferentes tamaños. Los ordenas, de menor a mayor y decides que cada día destruirás un número determinado de esos ladrillos. Empiezas por los fáciles, de pronto tienes unos 15 adoquines menos. Hoy miras con cariño a la que dibuja la grandeza de tu persona. Mañana será momento de hacer más pequeño el muro. Hoy, descansas sabiendo el triunfo conseguido.

“Lo que hacemos se acumula; el futuro es el resultado de lo que hacemos ahora”

(Pema Chödrön)


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