de Víctor del Árbol.
Título: El peso de los muertosAutor: Víctor del ÁrbolEditorial: Castalia, 2006.Páginas: 392.
Resumen oficial.
Esta es una historia sobre la memoria y sobre el modo en que construimos el pasado según nos conviene.
Noviembre 1945: Nahum Márquez va a morir en el patíbulo.
Noviembre 1975: Lucía regresa a Barcelona desde el exilio con las cenizas de su padre y con los fantasmas que la esclavizan. Franco agoniza, y con él una España que encarna el comisario Ulises, dispuesto a una última batalla con su propia decrepitud, a manos de una España emergente, la de Gilda y sus amigos que nada le deben al pasado excepto, quizá, una pátina de romanticismo. El encuentro entre Lucía y el comisario, temido pero inevitable, enfrentará dos mundos, el de los vivos y el de los muertos que viven a lomos de estos.
Durante treinta años cada personaje que tuvo que ver en la muerte de Nahum Márquez ha inventado sus propios recuerdos de cómo fue aquella historia de amor y tormento. Es una ficción que les permite vivir más allá de lo que realmente ocurrió y que les pone a salvo del dolor y de su propia responsabilidad. Pero Lucía está cansada de huir y de mentirse. Ya no puede con el peso de los muertos. Quiere la verdad, pero la verdad es como un espejo lanzado contra el suelo: rompe la realidad en mil pedazos. Y los demás no están dispuestos a permitirlo. No pueden hacerlo porque eso sería aceptar lo inaceptable: que durante treinta años han vivido una mentira sin darse cuenta de que el Mundo ha pasado de largo y los ha dejado en el andén. Y si una muerte se cubre con otra muerte, el silencio se convierte en el mejor de los pasados.
Autobiografía del autor.
Soy el hijo mayor de una familia numerosa. Mis padres llegaron a Barcelona cuando todavía no era una ciudad olímpica ni postmoderna. Mi padre fue boxeador, legionario y mil cosas más. Mi madre es una mujer menuda, silenciosa y de una increíble inteligencia emotiva. Ella nos impuso ir cada día a la biblioteca del barrio, para poder trabajar por las tardes limpiando.
A los 14 años quise ser misionero, gracias a un sacerdote de barrio, el Pere Adell. Gracias a él ingresé en el seminario diocesano de Nuestra Señora de Montealegre, durante los que son, sin duda, los mejores años de mi vida: de compañeros, de estudios, de vivencias. Interno, lejos de casa, donde otros veían prisión yo encontré libertad.
Me enamoré de una chica, y a los dieciocho años le pregunté a Dios si podría aceptar a un sacerdote incapaz de respetar el celibato. Esa misma pregunta se la hice al rector del Seminario, Monseñor Prats, y la respuesta fue que no, así que abandoné mis estudios y me puse a buscar trabajo.
Un día vi a un policía Nacional en la calle. Una madre estaba abofeteando salvajemente a su hijo pequeño. El policía se bajó del coche patrulla, detuvo a la madre y se sentó en la acera con el niño. Parece ridículo, pero eso me hizo pensar. Quise ser policía, o algo por el estilo. Me gradué como Mosso d'Esquadra en el 92, el año mágico de Barcelona... ¿quién podía dejar de soñar con un futuro mejor? La Escuela, la escolta en el domicilio de Pujol, El Palau de la Generalitat, la Protección de Menores, mil destinos que han ido dejando un cierto poso de desengaño, pero ¿sabe? aún me acuerdo de ese policía nacional, y gracias a él sigo creyendo en mi trabajo al margen de ideologías o políticas que cambian cada cuatro años.
Impresión personal.
Seguramente, si no hubiera tenido el blog, no hubiera sido hasta este año que yo hubiera conocido la existencia de Víctor del Árbol y no hubiera leído ninguno de sus libros. Y digo hasta este año porque como todos sabéis por estos lares Víctor del Árbol hoy está en todos los medios gracias a haber conseguido el Premio Nadal 2016 por La víspera de casi todo, un libro que no tardaré en leer porque si algo tiene Víctor del Árbol es que es "garantía de calidad literaria". En mi tierra sería Denominación de Origen, "Pata Negra" o "Producto Singular". Ese autor, que leas lo que leas de él viene a llenar un vacío literario que necesitas todos los años y que difícilmente otras lecturas pueden llenar con tanta intensidad.
Por eso, cuando hace casi un año, me encontré de casualidad con este libro perdido en una estantería de mi librería habitual, no tuve dudas, por mucho que fuera su primer libro, un libro que además consiguió el Premio Tiflos de Novela en 2006. Después de leer La Tristeza del Samurai, Respirar por la Herida y Un Millón de gotas, El peso de los muertos ya os adelanto que me ha encantado también. Se nota el nacimiento de un gran autor, pero se nota también la calidad a futuro que desprende lo que vendrá. Y a los hechos me remito y el futuro de Víctor acaba de comenzar. Además, por qué no decirlo, el autor me cae genial, como autor y como persona.
El peso de los muertos relata, como el resto de sus libros, una historia a dos tiempos con tanta fuerza y tanta potencia, que sus personajes se ven arrastrados por ella. No sólo pesan los muertos en esta historia, los del pasado y los del presente más reciente de la novela (1975 antes de la muerte de Franco), sino que pesa toda la historia entera, los hilos que la entretejen, los sentimientos enfrentados que la arropan y la provocan, el miedo y la cobardía (o valentía, según se mire) que la sostiene y el desenlace tan difícil que puede o no puede llenarnos de esperanza o de todo lo contrario.
El peso de los muertos es una novela negra porque negro es lo que sucede, negros y oscuros son sus personajes y negro es el periodo histórico en que todo sucede, el del pasado (1945) y el más reciente (1975). Es también, por ello, en gran parte una novela histórica. Bien documentada, estupendamente ambientada en una Barcelona también negra y siniestra. Resulta curioso observar esta ciudad, como otras, desde diferentes perspectivas en función de las temáticas literarias y de las épocas en que nos movemos según estemos leyendo una cosa u otra. Pero no hay duda de que la Barcelona que nos muestra Víctor vive una época aciaga y gris. O, al menos, yo lo he sentido así en todo momento.
La trama se desarrolla en dos hilos temporales. Uno primero, en la posguerra española, comenzando con la ejecución de Nahum Márquez acusado del asesinato de la mujer del General Quiroga, una mujer, Amelia, de la que estaba profundamente enamorado. A partir de este comienzo, nos retrotraemos al pasado de la vida de Nahum, una vida marcada por la tragedia del suicidio de su abuela. En este pasado no sólo conoceremos su historia, sino los hilos que han ido ligándolo a Amelia Quiroga, a su marido, el General franquista Quiroga y a Ulises, el moro, Comisario de la Brigada Político-Social del franquismo.
Otro hilo temporal se desarrolla durante 1975, en los días previos a la muerte de Franco, días en los que Lucía de Dios decide regresar a España con su marido Andrés, un prestigioso abogado laboralista, y abandonar una cómoda vida en Viena para enfrentarse a un pasado que la persigue y poder esparcir las cenizas de su padre en su país natal. En su regreso conocerá a Liviano y a Sor Amparo, enfermo psiquiátrico y enfermera respectivamente, que llevan treinta años conviviendo en un Hospital Psiquiátrico.
Un verdadero puzzle de cientos de piezas negras, grises y, muchas de ellas, la mayoría, opacas. Hilos que se cruzan y se ahogan entre ellos. Pasado y presente de odio, venganza y miserias humanas.
Personajes, algunos marcados por su época pero responsables de lo que hacen casi todos y de lo que hicieron en el pasado.
El peso de los muertos es una novela sobre la vileza humana, esa que se vuelca sobre la debilidad de otros cuando el poder más terrible se ejerce con conocimiento y con un deseo premeditado de hacer daño. También es una historia sobre el peso del pasado, ese pasado que "nunca fue mejor" y que hiere e, incluso, denigra y mata.
¿Recomendable? Totalmente.