Revista Cultura y Ocio

El petrolero “campeador” hundido por un destructor italiano

Por Benito Sacaluga

(1) Al inicio de la Guerra de España el petrolero “Campeador” (CAMPSA) se encontraba en las instalaciones de Barcelona pasando una de sus revisiones periódicas, quedando por tanto al servicio de la República. 

EL PETROLERO “CAMPEADOR” HUNDIDO POR UN DESTRUCTOR ITALIANO

Imagen: Revista Ingeniería Naval

En día 22 de julio de 1937 el petrolero Campeador inició su viaje número 39 en Alicante. Su destino era el puerto rumano de Constanza, y la carga, una partida de gasolina, tenía como destino inicial Barcelona. La tripulación estaba compuesta por 42 hombres al mando el capitán de la marina mercante Félix Garay Gorordo. En la primera parte del recorrido se sirvió de la escolta de dos destructores republicanos que lo dejaron frente al cabo Ténès, en la costa argelina.

Durante el primer semestre de 1937 la ayuda soviética había continuado llegando con regularidad a la España republicana, algo que preocupaba en gran medida al Gobierno de Burgos. A pesar del aumento de actividad de los cruceros, la escuadra sublevada se veía incapaz de cortar ese suministro masivo de armas y petróleo, teniendo que solicitar ayuda a Italia. Con el envío de una comisión especial y la buena predisposición en el Gobierno italiano, la colaboración no se hizo esperar, a pesar de algunas resistencias ante las probables repercusiones internacionales que a buen seguro iban a surgir. De forma inmediata, en el mes de julio se inició el despliegue de aviones, submarinos y buques de superficie italianos con el propósito de cortar las líneas de comunicación entre el mar Negro y el Levante español. Las áreas de patrulla se establecieron, además de en la costa levantina española, en el canal de Sicilia y por el mar Egeo, paso obligado del tráfico mercante republicano.

Las operaciones de carga de las 9.516 t de gasolina transcurrieron con normalidad y en los primeros días del mes de agosto la tripulación se preparó para el viaje de vuelta. La partida del buque fue el día 4 a las 08:00 horas. El paso del “Campeador” por el Bósforo fue detectado un día más tarde por los servicios de contraespionaje y, muy especialmente, por los agentes del servicio de inteligencia italiano. De esa forma, el despliegue organizado por la Regia Marina se encontraba al tanto de que el petrolero “Campeador” acababa de entrar en el Mediterráneo.

La vigilancia de los buques italianos surtió efecto, y el día 9 de agosto a las 02:00 fue detectada la presencia del petrolero (posteriormente confirmada), información que más tarde sería comunicada al almirante de la Flota sublevada, solicitando los italianos la presencia de un crucero auxiliar para colaborar con el destructor que lo seguía de cerca. El almirante de la Flota ordenó al “Mallorca” (uno de los buques armados de Trasmediterránea que estaba en Palma) dirigirse a la isla de Favignana, en la costa oeste siciliana. En previsión de que el Mallorca no pudiera llegar a tiempo se decidió alistar también en Palma al crucero “Baleares”. Al día siguiente el “Vicente Puchol” (otro de los buques de Trasmediterránea) partió desde Palma para colaborar en la captura.

EL PETROLERO “CAMPEADOR” HUNDIDO POR UN DESTRUCTOR ITALIANO
En el petrolero la tripulación se mantenía atenta a cualquier señal que pudiera alterar la navegación, que se había realizado sin novedad hasta el inicio del día 11 de agosto. En esos momentos el buque llevaba rumbo 327 y unos 10 nudos de velocidad. A las 09:00 horas fue detectada una embarcación que se aproximaba desde el noroeste. Cuando estuvo más cerca pudieron comprobar que se trataba de un buque de guerra, con unas grandes letras, (SA), pintadas en rojo en las amuras y enarbolando pabellón italiano, intercambiando ambos los saludos de ordenanza. Tan cerca pasó el recién llegado que pudieron leer en su popa el nombre: “Saetta”. El destructor, que había partido desde su base en Augusta, había reconocido con certeza al petrolero español. Por su parte, el “Mallorca” llegó a Favignana el día 11 a mediodía y lo primero que hizo fue carbonear. 

A las 15:30 horas el destructor italiano comunicó la posición del “Campeador” (10 millas al sur de Lampedusa), su rumbo y velocidad, información que fue recibida por el comandante del “Mallorca”. Puesto que era conocido que la Marina italiana estaba dispuesta a torpedear al petrolero español al llegar a las aguas tunecinas, el crucero auxiliar partió inmediatamente con rumbo a cabo Bon, en la costa noreste tunecina. 

Conocida la situación, el “Baleares” también modificó su rumbo al encuentro del petrolero. En medio de la operación, el mensaje del almirante de la Flota sublevada era claro: 

«Absolutamente necesario capturar Campeador».

Desde su encuentro, el destructor “Saetta” se convirtió en la sombra del petrolero, situado a unas cuatro o cinco millas por su popa. De acuerdo con las declaraciones de los tripulantes a las 16:30 horas apareció otro buque de guerra de características similares. En este instante surge una significativa discrepancia en las versiones, ya que según el parte de operaciones del destructor “Saetta” el buque de guerra actuó en todo momento en solitario. No obstante, en la misma zona también operaba el submarino italiano “Santorre di Santarosa” que, informado de la aproximación del petrolero español hacia su zona de patrulla, se preparó para interceptarlo. La espera, unas veces sumergido y otras en superficie, se hizo interminable. Como la detección se realizó bajo el agua, el comandante ordenó emerger para una completa identificación, volviendo a sumergirse a cota periscópica con el fin de iniciar los preparativos para el ataque. sin embargo, ante la presencia de otros buques desconocidos, optó por descender a mayor profundidad y esperar. Pasado cierto tiempo se sintió en el submarino una tremenda sacudida, que incluso afectó a sus instalaciones internas. se trataba del ataque del “Saetta”, lo que dejaba a la dotación del submarino con la miel en los labios.

Volviendo con las declaraciones de los tripulantes, el segundo buque se colocó cerca del “Saetta” y ambos intercambiaron señales y realizaron maniobras, al tiempo que lanzaban cortinas de humo, pero sin abandonar la persecución. Debido a su lejanía desde el petrolero, no pudieron apreciar el nombre o el pabellón de su segundo acompañante. Los extraños movimientos, «interpretados como maniobras de guerra», causaron alarma en el petrolero y los hombres se dispusieron a preparar los botes salvavidas. 

Antes de ponerse el sol, los tres buques encendieron las luces de navegación, y a las 19:20 horas pusieron rumbo y se alejaron, aunque sin perder el contacto. Pasado un tiempo vieron aproximarse a sus perseguidores, que apagaron las luces y poco a poco avanzaron hasta colocarse a la altura del “Campeador” por su costado de estribor. Desde el petrolero podían distinguir sus siluetas recortadas en la oscuridad. Dichas maniobras se ajustaban a las órdenes dictadas por las autoridades italianas de Marina en los supuestos de ataque por buques de superficie, que tenían que realizarse con torpedos, descartando tajantemente el uso del cañón.

Cuando el primer oficial, Andrés Ferrer, se disponía a tomar demora del faro de Kélibia, sobre las 19:50 horas, un torpedo hizo blanco en la popa del petrolero, a la altura de la cámara de máquinas. El comandante del “Saetta” había dado la orden de atacar al comprobar que este había modificado ligeramente el rumbo, que las aguas tunecinas estaban cada vez más próximas y que no aparecía el crucero auxiliar sublevado. 

La explosión fue muy violenta y alcanzó a buena parte del personal de guardia en la máquina, falleciendo varios en el acto. El “Campeador” se quedó sin propulsión y sin energía eléctrica. El capitán subió al puente y ordenó el abandono del buque, dirigiéndose la mayoría hacia los dos botes salvavidas que estaban en popa y a babor. Cuando el primero, con 24 tripulantes, tocó el agua y se disponían a arriar el segundo, se produjo una nueva explosión en la misma zona que la anterior. Entre las dos habían transcurrido de cinco a siete minutos. En el segundo bote pudieron embarcar otros seis hombres y desde la cubierta algunos más tuvieron que tirarse al agua con el chaleco salvavidas. 

En el momento del ataque el Campeador se encontraba a unas 14 millas al sureste de cabo Bon. De nuevo hay que hacer un inciso porque se producen diferencias en las versiones con respecto a la secuencia de ataque y a las horas. En ese sentido, según el parte de operaciones del destructor “Saetta” el primer torpedo se lanzó a las 20:14 (hora oficial italiana, lo mismo que las demás). El segundo, disparado a las 20:17, no acertó al petrolero. y los torpedos tercero y cuarto lo hicieron a las 20:20 y 20:31 horas, respectivamente.

Todos los supervivientes trataron de alejarse del buque lo más rápido posible, esperando una nueva explosión o el incendio de la carga, como así ocurrió pasados unos cinco minutos de la segunda; correspondía al tercer torpedo lanzado con éxito por el “Saetta”. 

El buque se incendió, produciendo las llamas un enorme resplandor, que sirvió para que algunos tripulantes fueran testigos de que los barcos italianos se habían acercado a comprobar los efectos del ataque, sin hacer nada por los náufragos, para desaparecer poco después. El incendio se generalizó al combustible derramado sobre el agua, mientras comenzaba a escorar a estribor y a hundirse de popa. Grandes llamaradas y una gigantesca columna de humo acompañaron al moribundo petrolero, que se resistiría a desaparecer bajo las aguas hasta la mañana siguiente.

EL PETROLERO “CAMPEADOR” HUNDIDO POR UN DESTRUCTOR ITALIANO

Imagen: Revista General de Marina

A las 20:20 horas desde el “Mallorca” divisaron una luz roja por su amura de babor. Conforme se acercaban pudieron comprobar que se trataba del incendio de combustible líquido de un buque y por la situación pensaron que podría tratarse del “Campeador”. El crucero auxiliar, que había navegado con las luces apagadas, se mantuvo en las proximidades, dejando de manifiesto un sentimiento de frustración: «El Comandante del “Mallorca” expresó en su Parte de Campaña la seguridad de haber podido interceptar al petrolero». 

El “Mallorca” estuvo toda la noche por la zona sin encontrar náufragos, comprobando al amanecer que «la amurada del naufragio estaba ya reducida a su tercera parte y no se veía la superestructura». Aunque el incendio continuaba, el comandante decidió regresar a la mañana siguiente a Favignana, mientras que el del “Baleares” ordenaba dirigirse a otro servicio, el cual había estado informado de toda la operación desde el crucero auxiliar.

De los 42 hombres del petrolero “Campeador” se salvaron 35: dos rescatados por el mercante británico “Clintonia”, que los desembarcó en Cartagena; tres por el también vapor británico “Dido”, que los condujo hasta Gibraltar, y los otros 30 llegaron en los dos botes salvavidas hasta la costa tunecina, varios de ellos con heridas de diferente consideración. 

Una vez conocidas las declaraciones de los supervivientes, el Gobierno republicano remitió el 21 de agosto una amplia nota al secretario general de la Sociedad de Naciones, en Ginebra, poniendo en su conocimiento los detalles del ataque al petrolero “Campeador”, lo mismo que a otros mercantes republicanos, y denunciando la agresión por parte de las unidades navales italianas. En su nota pedía una reunión urgente del Consejo para examinar en sesión extraordinaria la cuestión, 

«...ante la excepcional gravedad de la situación creada por la criminal y reiterada agresión de que son víctimas buques mercantes españoles por fuerzas navales italianas». 

El Consejo, a propuesta de su presidente, aprobó durante el mes de octubre una resolución en la que declaraba 

«que todos los ataques de esa índole contra cualquier barco de comercio son reprobados por la conciencia de las naciones civilizadas, de las cuales se hace intérprete el Consejo en este momento». 

Una respuesta en la misma línea que en otras ocasiones anteriores. La opinión pública mundial se hizo eco de la creciente escalada de agresiones a buques mercantes en el Mediterráneo. El Gobierno británico, muy sensibilizado por estar afectado, o el Gobierno soviético, con varias bajas entre sus buques mercantes, presentaron notas de protesta, mientras que las autoridades italianas declinaban toda responsabilidad a cerca de los hechos. El Comité de No Intervención iba a permanecer al margen y solo en la Conferencia de Nyon se fijaron algunos límites de actuación, se impusieron medidas de protección y se aplicaron restricciones a las dos partes. Las consecuencias fueron importantes para ambos bandos, pero la guerra todavía continuaría casi dos años más. 

En 2009 se localizó en aguas tunecinas el pecio del Campeador, en posición tumbada y entre 94 y 75 metros de profundidad.

(1) Extractado de " El torpedeamiento del petrolero Campeador". Manuel Rodriguez Aguilar. Oficial de la Marina Mercante. Publicado en Revista General de Marina. Servicio de Publicaciones de la Armada. Diciembre 2017.

Parte del contenido del artículo está basado en las declaraciones del capitán del petrolero, Félix Garay Gorordo, ante el cónsul de España en Túnez, el 13 de agosto de 1937, dirigidas al Gobierno de la República, conservadas en el Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores.

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Nota.- Aún hoy, diversos historiadores y cronistas siguen minimizando la ayuda naval de Italia a Franco. Lo descrito anteriormente es solo un pequeño ejemplo de esta ayuda directa e ilegal según lo firmado en el Pacto de No Intervención (Londres, agosto de 1936). Durante la guerra los italianos negaron insistentemente estas actuaciones, sin embargo todo cambió al finalizar ésta, el propio Mussolini entregó a la prensa italiana para su publicación un documento firmado por él, en el que afirma:

"Nuestra Marina contribuyó silenciosa, pero eficazmente a la victoria de Franco. El transporte de tropas y material de guerra pudo hacerse gracias a una perfecta organización de nuestras bases y medios, dedicándose a el noventa y dos barcos que llegarían a realizar doscientos veinte viajes. El número de unidades de superficie que tomaron parte en acciones de guerra y escolta fue de noventa y una. Se verificaron ochocientos setenta servicios de vigilancia y escolta. Las acciones de guerra ejecutadas por nuestras unidades fueron noventa y una, hundiendo en pocos días dieciocho mercantes con un total de setenta y dos mil ochocientas toneladas".

Cifras, las de Mussolini, que fueron considerablemente aumentadas años más tarde a raíz de publicaciones objetivas y documentadas sobre la participación de Italia en la Guerra de España.




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