El Pintor de Almas
Dalmau es un joven ateo y revolucionario que trabaja en el taller de cerámica de Manuel Bello, un hombre de creencias católicas. Tanto la hermana de Dalmau como su novia Emma son asiduas participantes en algaradas y protestas obreras. Hasta que un día la hermana de Dalmau cae presa de la policía y este tiene que hacer lo imposible por liberarla. A partir de ahí se desencadena un rosario de catastróficas desdichas para cada uno de los protagonistas de este culebrón ambientado en la Barcelona modernista de inicios del siglo XX.
Como muchos autores, Ildefonso Falcones solo tiene una novela en su arsenal de recursos artísticos. Es decir, un solo esquema que se repite en todos sus libros y hace que sus obras sean bastante previsibles, poco originales y llenas de clichés y situaciones trilladas, ya vistas en su producción. Parece ser que esto es lo que gusta a la gente, él lo sabe y echa mano de la plantilla y quizás de algún párrafo reciclado cambiando los nombres...
Antes de empezar a leer, ya sabemos que Dalmau será talentoso pero pobre, que sufrirá mudanzas de fortuna, opresión de los ricos, que sus parientes y conocidos femeninos serán violados o padecerán abusos sexuales sin cuento (también él sufrirá la lujuria femenina, de alguna ricacha, claro), además de desgracias una detrás de otra, etc... pero al final el bueno de Dalmau alcanzará la gloria y la fortuna (por muy rojo revolucionario que sea). También sabemos que el libro carece de estructura argumental clara, basándose en eso, en la serie de desgracias a las que se enfrentan principalmente Dalmau y Emma, su novia y resolviéndose las situaciones por intervenciones providenciales deus ex machina que hacen que parezca que los personajes no controlan su destino.
En efecto, todo esto se da en la magna obra que nos ocupa, un ladrillo considerable que hay que leer con mucha paciencia, y a ser posible en diagonal.
El marco elegido tampoco es nada original. La Barcelona modernista... ¿Por qué siempre lo mismo? El autor no ha querido pasar la ocasión de verter en la novela todos los datos históricos y costumbristas que ha recopilado, vengan a cuento o no, ralenticen el ritmo de la historia, ya de por sí muy lento, o no. Hay gente que dice que lee novelas para "aprender"; yo para aprender leo un ensayo. Sea como sea, no está mal que se expliquen de manera sutil las claves de la época en la que transcurra la acción de las novelas, pero con moderación, sin saturar, ni alargar una trama endeble hasta casi las setecientas páginas.
Los personajes son unidimensionales, sin profundidad. Casi todos se mueven por bajas pasiones y reacciones viscerales. La reflexión brilla por su ausencia, siendo los protagonistas criaturas que no evolucionan y se mantienen en sus dogmatismos y radicalismos durante toda la novela. Es curioso el maniqueismo de esta novela, donde cualquiera que sea burgués y cura es malo, mientras que los obreros por más iglesias que quemen y más agresiones que realicen son "buenos". También es curioso el supuesto "feminismo" de hacer que las mujeres sean auténticas sufridoras de tragedias y abusos sin cuento, sufran violaciones, tengan que entregarse a cambio de favores, etc. Y en resumen, concluyan que todos los hombres son unas bestias salvajes (y aquí no se salvan ni los del movimiento obrero, que también abusan: la prota es descrita como "muy guapa", con lo cual su destino parece inevitable según los personajes femeninos a los que le comenta sus tribulaciones).
Incluso suponiendo que esto hubiera podido ser verdad en ese contexto histórico... los personajes se comportan de forma detestable en lo personal. Por decir un ejemplo, la hermana de Dalmau se enfada cuando se entera de que otro personaje le ha hecho un favor suplantándola en un trato que tenía Dalmau con las monjas a cambio de salvarla, y lejos de agradecerle el "sacrificio" de tener que escuchar catequesis en su lugar, ¡se lo echa en cara y la acusa de traidora! (para más inri al otro personaje luego le acusan injusta e irracionalmente de cierta desgracia que le ocurre a la hermana).
No es la única situación en la que los "burgueses y curas" hacen algo por algún personaje de los buenos pero luego son atacados y denigrados. Dalmau no agradece todo lo que don Manuel hace por él (hasta pagar para que no vaya al servicio militar), de hecho, es el propio Dalmau el que labra su desgracia con su dejarse arrastrar por vicios y provocar con ello una muerte en la familia de su jefe. ¡Y encima le parece raro que el jefe esté disgustado y quiera venganza! En realidad, este personaje, como otros, carece de juicio moral, o no está explicado de forma adecuada. Se llega a justificar un delito de robo por "venganza" sin que el personaje analice qué parte de culpa tiene él en las reacciones de su jefe y otros. Pero no, como es el "bueno", todo le está permitido. Sinceramente, he llegado a detestar a los protagonistas, en especial a Dalmau. Si hasta casi quería que ganaran los burgueses...
Y luego está Maravillas, un personaje que aparece de forma aleatoria en la novela para crear discordia, generar caos y resolver finalmente (con una confesión absurda) el conflicto principal, a modo de deus ex machina de psicología incomprensible. Lo dicho, los personajes que van a la deriva necesitan para arreglar sus cosas la intervención de manos negras que mueven los hilos sin que se expliquen de forma clara sus motivaciones (aunque el lector lo intuye, estas no están bien explicadas y desarrolladas en la novela).
Literariamente, la novela es como el resto de las de Falcones, insuficiente. Se puede leer por el interés que suscite el marco espacio temporal elegido, si uno es aficionado a la novela ambientada en épocas históricas, o si uno gusta de los culebrones románticos con malentendidos que impiden a los amantes estar juntos, y las desgracias folletinescas. Resto de lectores, en especial los que busquen análisis, profundidad o personajes complejos, abstenerse.
En resumen, una novela ambientada por enésima vez en la Barcelona modernista, con las referencias consiguientes a Gaudí, los movimientos obreros, la Semana Trágica, etc, sumamente maniquea, con personajes planos de motivaciones y actuaciones dudosas, muchas bajas pasiones, escenas desagradables, mudanzas de fortuna, lucha de clases que por supuesto termina bien para los personajes principales. Culebrón y bestseller, están avisados.
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