
Lo agarre entre semana, durante un par de cortas siestas y alguna que otra noche. Faulques, un maduro fotógrafo de guerra, se retira a vivir en un faro de locación imprecisa, en cuyas circulares paredes comienza a pintar todo el horror que ha visto, haciendo un recorrido por los conflictos armados que a cubierto con su cámara y constantes referencias a las mejores pinturas y fotografías del género bélico. La visita de un antiguo soldado croata, protagonista de una de sus fotos mas logradas, quien lo ha buscado durante años para vengarse, le ofrece al fotógrafo un interlocutor para reflexionar acerca de sus recuerdos y secretos y le dan a la novela un giro y una tensión extrema.
Son solo dos personajes y el recuerdo de una mujer, los que llevan adelante esta novela fantástica, en donde guerra y arte, dolor y belleza se confunden y entrelazan de manera perfecta.
Mantengo una deuda eterna con aquel lector, que me señalara con exactitud quirúrgica la maestría del relato Perez-Revertino, la que solo podre pagar, en pequeñas cuotas, señalándolo a otros. Más adelante volveré a reseñar algún otro trabajo del español, pues tiene varias piezas maestras, semejantes a mecanismos de relojería, ya sea para la dama o el caballero.
Siempre que vendo algún libro de este autor, vuelve a mi cabeza la imagen del pintor de batallas adentrandose en el mar, con el tributo a Caronte bajo la lengua.