Revista Cultura y Ocio

El pirata y la Santa

Por Maria Jose Pérez González @BlogTeresa

Eugenio Mazzeo, sacerdote argentino, nos ofrece en este video un punto de contacto entre el pirata de Espronceda y Teresa de Jesús. El video se ha publicado en el canal «El tesoro de la isla».

De pequeños, en el colegio, era frecuente que nos hicieran memorizar este poema de José de Espronceda, escrito en 1840, en el que inmortaliza la figura de un personaje que vive al margen de la ley, el pirata, visto con los ojos del Romanticismo. En el fondo, se trata de un símbolo de la libertad.

La canción del pirata

José de Espronceda

Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.

Bajel pirata que llaman,
por su bravura, El Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;

y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Istambul:

«Navega, velero mío
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Allá; muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí; tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá; en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor, aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

Para una profesión

Teresa de Jesús

Todos los que militáis
debajo desta bandera,
ya no durmáis, no durmáis,
pues que no hay paz en la tierra.

Si como capitán fuerte
quiso nuestro Dios morir,
comencémosle a seguir
pues que le dimos la muerte.
Oh qué venturosa suerte
se le siguió desta guerra;
ya no durmáis, no durmáis,
pues Dios falta de la tierra.

Con grande contentamiento
se ofrece a morir en cruz,
por darnos a todos luz
con su grande sufrimiento.
¡Oh, glorioso vencimiento!
¡Oh, dichosa aquesta guerra!
Ya no durmáis, no durmáis,
pues Dios falta de la tierra.

No haya ningún cobarde,
aventuremos la vida,
pues no hay quien mejor la guarde
que el que la da por perdida.
Pues Jesús es nuestra guía,
y el premio de aquesta guerra
ya no durmáis, no durmáis,
porque no hay paz en la tierra.

Ofrezcámonos de veras
a morir por Cristo todas,
y en las celestiales bodas,
estaremos placenteras.
Sigamos estas banderas:
pues Cristo va en delantera,
no hay que temer, no durmáis,
pues que no hay paz en la tierra.


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