El placer de la velocidad

El otro día estuve a punto de atropellar a una tortuga mediterránea (Testudo hermanni). Por suerte, como suelo ir despacio con el coche, la ví “venir”. Fue en una carretera nacional, el quelonio iba a atravesar por ella y tuve que aminorar la marcha. El colmo es que se paró en medio del carril; así que me tocó detener el vehículo justo delante de ella… ¡que placer! Me bajé y allí estaba: inmóvil, bostezando… Rápidamente, bueno, a mi modo de entender la velocidad, volví al coche a buscar la cámara de fotos, pero cuando regresé sobre mis pasos… había desaparecido, ¡lástima!, bueno, por otra parte y pensando positivamente podía retomar mi viaje y evitar el riesgo de multa. Entonces me fijé que se había posado una mariposa Macaón (Papilio machaón) en la antena, quise echarla de allí por el riesgo que corría, soplándola, pero nada; movía las alas como diciéndome déjame en paz. Pues nada chica, buen viaje. 
–pensé.
Retomé el camino, pensativo, con lo cual mi velocidad era bastante moderada. La verdad es que la única vez que he ido deprisa en un coche ha sido en uno del tiovivo.
Suelo llevar la ventanilla del acompañante un poco abierta, pues soy alérgico al aire acondicionado. El caso es que cuando me quise dar cuenta, se habían encaramado en el canto del cristal de la ventanilla al menos tres gorriones (Passer domesticus), los miré, me miraron, y desaparecieron; bueno no desaparecieron, estaban en los asientos posteriores y por el suelo, picoteándolo todo. Pensé positivamente: me iban a limpiar el coche de migas de galletas y restos de bocadillos de los niños… gratis.
Al llegar al barrio, aparqué tranquilamente y al bajarme les hice claras señales a la mariposa y a los gorriones para que abandonaran el auto. Fin del viaje. –les dije. Parece que me entendieron. Echaron todos a volar. Entonces vi a Toni, un amigo, que caminaba por la acera y le expliqué lo sucedido. Y me soltó que tenía tres explicaciones posibles: que yo era la reencarnación de Noé, que me estaba volviendo esquizofrénico pero a la inversa o que era LENTO como la ostia.
Yo, positivamente, creo que era la tercera. Bueno, esperad, voy a mirarme al espejo y vuelvo enseguida.