Algunos críticos han visto en la tendencia de los últimos años de las Grandes Vueltas por buscar algunas etapas que discurran en parte sobre superficies ajenas al asfalto como una moda moderna que está llamada a desaparecer. Y lo cierto es que, aun saludando esta situación, la misma no hace sino volver sus ojos al pasado, a tiempos en los que las grandes carreras se disputaban sobre caminos de tierra o adoquín…porque no había otra cosa.
Las últimas temporadas han visto como las tres grandes vueltas han discurrido por caminos de tierra o sterrato (el giro), pavé (el Tour) u hormigón (la Vuelta), dejando en la retina imágenes inolvidables para el buen aficionado a este deporte, que ya disfruta cada temporada en primavera con la disputa de las grandes clásicas del norte de Francia y Bélgica, cuyos dos momentos más importantes (Ronde Van Vlaanderen y Paris-Roubaix) transcurren sobre adoquines.
Lo cierto es que la inclusión del sterrato en la recordada etapa de Montalcino, en pleno Giro de Italia de 2010, tuvo opiniones encontradas entre ciclistas, aficionados y periodistas. Algunos lo saludaron como una vuelta a la épica perdida de este deporte, con ciclistas cubiertos de barro y luchando hasta la extenuación sobre caminos de tierra que se habían convertido en pistas de fango por efecto de la lluvia. Otros adujeron que se habían sobrepasado ciertos límites y que la dignidad del deportista no podía ponerse en entredicho en pos del espectáculo. Por último, la mayoría de los ciclistas consideraron inadecuada la inclusión de una etapa de estas características dentro de una gran ronda, aunque en general aplaudieron el espectáculo dado en esa jornada.
La etapa de Motalcino está en la retina de todos los aficionados
Lo cierto es que la inclusión del ciclismo de carretera por caminos ajenos al asfalto es común, y cada temporada una gran cantidad de clásicas se disputan por pavés, que van desde el perfecto y nivelado adoquín de la Flecha Brabaçona hasta las piedras desparejadas del Fôret d´Arenberg. Por ello, resulta erróneo identificar ciclismo en ruta con ciclismo por carretera. Las grandes rondas surgieron en su momento como un intento de identificar al ciclista que mejor superase un conjunto de dificultades, que incluían montañas y contrarrelojes, pero que también se cubrían a través de largas etapas adoquinadas o caminos embarrados. El propio tour de Francia solía programar cada año una o varias jornadas por el norte del país con pavés, y los grandes campeones debieron de superar estas dificultades para vencer en esta carrera, como hizo el gran Ocaña en 1973, poniendo tierra de por medio con algunos grandes rivales ya en esa etapa.
Paris-Roubaix es un referente anual de este ciclismo
Por ello, transitar por ese tipo de superficies es perfectamente posible para los profesionales… y también para los cicloturistas que quieran imitarlos. Eso sí, sobre todo estos últimos deben de tener en cuenta algunos aspectos fundamentales para adaptar su máquina a un nivel de exigencia mayor. Cambiar las ruedas por unas de 36 radios, poner unas cubiertas de perfil lo más ancho posible y acolchar en lo posible la cinta del manillar serán los primeros pasos para disfrutar de un terreno agreste y salvaje, pero hermoso como pocos.