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Tiempo de lectura: 4 minutosInmediatamente después de la guerra civil española, una vez que empiezan a disminuir los efectos de la guerra, la población ya no tiene que refugiarse en los medios rurales y busca nuevas vías económicas, lo que se produce a partir del año 1946. En este año se disparan todas las alarmas porque aparece el hambre y Jaén fue la provincia más castigada por el hambre.
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Los niveles de mortalidad se disparan, sobre todo en los niveles de mortalidad infantil. Todo esto unido a la sequía extrema que se dio en el año 1945 y que, por lo tanto, en este año no se pudo cosechar, es decir, no habiendo cereal cosechado no había para comer, tampoco se podía comprar a Francia, ni se podía traer trigo de Estados Unidos, ya que el comercio internacional tenía las puertas cerradas a la España franquista. Por todo esto, se considera el año 1946 como el final de un ciclo y el principio de otro.
El Plan Jaén de 1953
El Plan de Revalorización pretende combinar las inversiones en infraestructuras con las inversiones en incremento de producción, para mejorar las condiciones de vida de la población sobre las que inciden. Este es un precedente claro de lo que es la Política Regional que, abiertamente, se va a plantear ya en nuestro país con carácter experimental en 1952, con el llamado Plan de Badajoz y, en 1953, con el llamado Plan Jaén.
Estos planes de desarrollo regional, ambos a escala provincial, van a servir como laboratorio para experimentar un tipo de planificación de más amplio alcance, que se pone en marcha en España en los años 60.
¿Con qué fin se llevaron a cabo estos planes?
Tanto en Extremadura como en Jaén, las posibilidades de trabajo en la agricultura se reducían estrictamente a lo que era la cosecha de cereal, muy extendida en los campos extremeños, y la cosecha del olivar, más común en la provincia de Jaén. A principios de verano y de invierno, durante periodos de 20-35 días de mano de obra campesina se podía emplear en la recolección, el resto del año, la mano de obra campesina no podía trabajar ni en Badajoz ni en Jaén, el ranking de paro agrario en España lo encabezaban Badajoz y Jaén, y por eso, el franquismo elige esta dos provincias como laboratorio de pruebas para aplicar medidas de desarrollo regional que, entre otros objetivos, tenía el de acabar con ese paro de miles de trabajadores.
¿Cómo se quería desarrollar esto?
Básicamente, diversificando la agricultura mediante la introducción de regadío. Jaén y Badajoz disponen de dos arterias fluviales, el Guadalquivir y el Guadiana, dos corrientes de agua muy importantes que se pueden utilizar regar amplias superficies de terreno. Esos ríos disponen de amplias vegas perfectamente planas que se pueden regar con mucha facilidad por el sistema de gravedad, lo que no implica ningún sistema energético. Con lo cual, el regadío era fácil y barato. Lo único que se tenía que hacer eran canales de riego y redes de acequias para distribuir el agua. Con el regadío se puede obtener más alimentos para la población, permite diversificar los cultivos y permite introducir todo tipo de plantas no solo útiles para alimentos, sino que también para fabricar jersey con el algodón u otros tejidos.
La diversificación de cultivos es muy amplia y, esta vez, hace que la ocupación de la mano de obra pueda redistribuirse mejor en el tiempo, es decir, el regadío puede hacer que la mano de obra de esas provincias, que estaba parada la mayor parte del año, estreche ese espacio de tiempo a lo largo del año para que pueda ocuparse.
La mejora de vida en el medio rural era otro asunto que quería resolver estos planes, porque en esos medios rurales se vivía prácticamente como en el siglo XVIII. En el medio rural de Jaén, la inmensa mayoría de las viviendas estaban construidas con materiales precarios, no tenían luz, agua corriente, alcantarillado, incluso las poblaciones más pequeñas, no tenían carreteras de acceso y todavía se seguía accediendo por caminos de herradura. Podemos observar, que eran unas condiciones de vida muy deplorables, con la que estos planes querían acabar. Los planes exponían una serie de medidas que son las que conocemos como Medidas de Desarrollo, destinadas a la vivienda, electrificación rural, conservación de suelos…
En resumen, debemos decir que el Plan Jaén fue un fracaso, a pesar de las visitas del dictador Franco a la zona. Sólo se consiguió elevar en menos de una décima la aportación de la industria al PIB y el paro agrario se redujo solo por la emigración y las condiciones de vida no mejoraron. Una de las empresas surgidas entonces fue la denominada Metalúrgicas de Santa Ana S.A, Santana, desaparecida en 2011 y que fue motor de la comarca de Linares durante décadas.
Autor: Miguel Ángel Migues Bermejo para revistadehistoria.es
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Bibliografía:
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