Cuando estamos ante trabajos tan peculiares como este, de los que prácticamente no se han oído hablar y que proviene de un país que tuvo sus fronteras cerradas al resto del mundo tanto tiempo, no hay más remedio que intentar enterarse de algo para al menos contextualizar la filmación. La URSS fue un país que precisamente en su día no se caracterizó por ser el edén de la libertad ni el mejor campo de cultivo para la información o divulgación que no estuvieran aprobadas por el partido.
A primera vista se puede apreciar que también en la extinta unión soviética, también se hacían productos similares a los del resto del mundo dentro de su cinematografía. Nuestra película en cuestión narra un viaje a Venus, nada más y nada menos, de tres naves, Sirio, Vega y Capella. No se puede negar que el planteamiento inicial no es novedoso, no recuerdo anteriores viajes a dichos planetas en otras realizaciones que haya visto.
El caso es que vamos a ser testigos de cómo nuestros astronautas aterrizan y exploran la superficie del planeta que por supuesto está repleto de misterios. En este punto debo indicar que los efectos especiales me parecen bastante buenos para la época, por supuesto ahora serían de lo más precario. Algunas de las plantas carnívoras que habían el planeta son dignas de los relatos de Lovecraft.
Nuestros cosmonautas acompañados del robot John, se van a encontrar con un periplo increíble de animales, en su mayoría prehistóricos, esto les hace plantearse de forma abierta a través de sus diálogos la teoría de la evolución de Darwin. Incluso batallar sobre la posible idea de que el planeta tierra estuviera anteriormente habitado, antes de la llegada del hombre, otra idea bastante Lovecriana, si me permiten la palabra.
El hecho es que aunque los viajeros estelares viven toda serie de vicisitudes y peligros, estos no trascienden con la intensidad que deberían hacia el espectador, hay situaciones que da la sensación que pertenecen a su día a día, porque ni se inmutan ante ellas. Este es el gran problema de la película, la falta de transmisión y de interpretación de los personajes, por todo esto se puede calificar de bastante plana narrativamente hablando y por supuesto austera.
Aun así conviene tener en cuenta es te título porque entre otras cosas si mal no he leído Roger Corman compró los derechos sobre el mismo para posteriormente hacer “Voyage to the Prehistoric Planet” (1965). Incluso el mismísimo Kubrick asegura que algunas escenas determinas se copiaron toma a toma en su obra maestra “2001, una odisea en el espacio” (1968), incluso a un servidor algunas de las escenas le recuerdan a “Terror en el espacio” (1965) de Mario Bava. Al menos por estas indicaciones este título ha de ser tenido en consideración aunque solo sea porque sirvió como referente para otros títulos posteriores.
TRONCHA