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El Planeta de los Simios: Confrontación, puros halagos

Por Cinéfilo Criticón @cinefilocritic

Desde que se anunció que habría una precuela a la saga ‘El Planeta de los Simios’, ya existían comentarios negativos que daban por muerto este nuevo intento de reciclaje por parte de Hollywood. Las posibilidades de éxito de reducían con un James Franco jugando a científico y el uso extensivo de efectos digitales que se creían deficientes para convencernos de la existencia de simios corriendo por la ciudad. ¿Pues qué creen? Esa película sorprendió con ser la mejor de aquel verano de 2011 y ahora con su secuela tiene la osadía de competir como una de las mejores del año.

De inicio esta saga tiene el rechazo de mucha gente a la cual no puedes convencer que esto se trata de ciencia ficción y no implica daño alguno a sus egos. El apego a la realidad es por lo cual la primera parte fue accesible a una mayoría, hasta que el desenlace se sale fuera de control con simios luchando por su libertad. Esto por fortuna fue mínimo, por lo cual no daño la calidad de la película y garantizó una secuela que se dedica a reforzar la idea de que la humanidad tiene que compartir este planeta. Si esperan una versión mesurada en donde los humanos son los protagonistas, por favor, ni intenten criticar lo que desde un principio no están dispuestos a aceptar.

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El libreto no pretende ser amigable para los novatos, de inmediato somos expuestos a la experiencia de vida que tiene el clan comandado por César. Mientras la civilización humana está siendo destruida por un virus letal, del cual son responsables, los simios y sus habilidades físicas les han permitido desarrollarse por su cuenta. Sin excusas vemos como conviven entre ellos, su estructura social y los vínculos familiares. A pesar de llegar a tener a ratos similitudes con los humanos, su representación jamás se aleja del instinto salvaje del cual conocemos. Es así que tenemos gritos, gruñidos, golpes y luchas de poder.

El trabajo para llevar a la gran pantalla con tanta veracidad a los simios es digno de reconocimientos. Es irónico que los venados y hasta el oso del principio se vean tan falsos, viniendo de la misma gente que se ha encargado de crear dos personajes que pasarán a la historia del cine. Más sin embargo, son muestras de como la técnica de la captura del movimiento se vuelve primordial y la necesidad de artistas como Andy Serkis para darle vida a César. Cada escena en donde estaba involucrado es magia pura: desde su postura, su rostro o tan siquiera la delicadeza con la que mueve las manos. Es deplorable que este hombre no sea justificación suficiente para abrir paso a una nueva categoría de premios. Después de todo el trabajo actoral esta presente, solo que ahora es mediante un disfraz digital que lo envuelve.

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El objetivo de está película y de esta serie es claro: desarrollar y dar inicio al conflicto que existe entre humanos y simios, hasta llegar a las condiciones deplorables en donde estemos encerrados en jaulas. En apariencia lo anterior parece sencillo, cualquier excusa hubiera sido suficiente para dar paso a batallas llenas de explosiones, pero contrario a todo lo que ya nos han acostumbrado, resulta todo lo contrario. En vez de irse por la fácil al crear un bando villano que se merezca su destino, tenemos como los simios y los humanos comparten las mismas necesidades de amor, protección, seguridad y sobrevivencia.

Atrás quedaron los simios genéricos que su única cualidad eran tener algunos físicos distintivos, ahora tenemos personajes con motivaciones que llegan a cambiar el curso de la historia. La evolución de César como un gran líder capaz de comprender que la guerra no es la solución, viene de sus propias experiencias de cuando fue criado en una familia humana. Ahora sin el resentimiento que al principio lo incito a liberarse de sus propias cadenas, ve al pasado con gran nostalgia recordando que no todas las personas son malas y por lo tanto no puede juzgar a todos por ser humanos.

Koba

Pero quien seriamente en ocasiones se roba nuestra atención es el simio Koba, como el sujeto de experimentación con tantas cicatrices que simplemente no ve nada bueno en los humanos. Su desarrollo como el incitador del conflicto nos lleva a escenas icónicas, además de seriamente considerar que es prácticamente indestructible. Cada momento que estaba en pantalla solo eran para crear tensión, porque no quieres una guerra que destruya tanto a los simios o los humanos buenos representados por Malcolm (Jason Clarke).

El diseño de producción encargado de crear las ruinas en donde se refugian los remanentes de la sociedad que conocemos, logra transmitir la lamentable situación de los sobrevivientes. Encerrados en lo que alguna vez fue una estación del tren subterráneo, tenemos el líder pragmático Dreyfus (Gary Oldman), que solo busca mantener andando a la colonia. Su desconfianza con los simios radica en su dolor hacia la perdida de su familia por culpa del virus.

Maurice

El que exista paz entre elementos volátiles es un milagro, y hasta cierto punto quieres creer que la convivencia es posible. Por una parte César y Malcolm representan la esperanza de que ambas razas pueden convivir en armonía porque comparten su necesidad de bienestar para sus familias, y por el otro el rencor de Koba como de Dreyfus impiden cualquier futuro que no sea el de la guerra.

El director Matt Reeves sabe dar tiempo a sus personajes, además de crear un vinculo afectivo que nos hace simpatizar con sus objetivos, y si eso no es posible, por lo menos despreciar sus actitudes. Es por eso que durante la mitad de la película logra emitir un sentimiento de miedo tremendo hacia el destino de ambos bandos, en especial con cada escena donde Koba estaba presente. Prácticamente nos llega a convencer que el conflicto era inevitable, por más doloroso que resulte.

guerra planeta de los simios

Es al final cuando la dirección de Reeves se vuelve soberbia con exquisitos plano secuencias en donde destaco la escena con el tanque de guerra. No suficiente, la imagen se conjuga con un silencio que acentúa el momento en que la paz es un sueño imposible de obtener. Se ha cruzado el umbral en donde el destino está definido y ahora lo único que queda para los humanos es sobrevivir.

Rara vez destaco la banda sonora, pero en esta ocasión hay que reconocer el trabajo de Michael Giacchino con todo y sus tambores de jungla. A ratos sus melodías me hacían recordar la versión clásica y en otros engrandecía la acción en la pantalla llegando al aspecto épico ausente hasta ahora.

Este es un ejemplo del uso de la tecnología con buenas intenciones, en donde los pixeles están al servicio de un libreto con ideas y con el propósito de crear personajes conmovedores. Los errores son mínimos, y más bien de omisión como el de como dos cuerpos muertos no dieron aviso de que algo malo estaba a punto de suceder. También la falta de desarrollo en los humanos y en especial de la pareja de Malcolm.

Cesar y Malcolm

Mientras otras películas desperdician una segunda oportunidad con secuelas que no llevan a ninguna parte, en esta ocasión la saga de ‘El Planeta de los Simios’ llega a justificar su existencia con quizás el mejor filme hasta el momento. No solo logra desarrollar a personajes que se creían imposibles por su naturaleza animalística, si no que hasta hace a un lado a los humanos de carne y hueso, sin disminuir su impacto emocional.

¿Quién hubiera imaginado tan buen filme de un grupo de simios? Para mi en lo personal es una de las mejores películas del año.

P. D. Por desgracia fui obligado a ver la película en 3D y sigue siendo una experiencia de altibajos. Las gotas de lluvia cayendo por la pantalla, no justifican la falta de definición en algunas escenas en la aldea de los simios. Es lamentable que tengan que recurrir a estrenos forzados para pagar extra por un boleto.


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