Media Columna de Jorge Morelli. (Blog de Jorge Morelli).
EL PLATO ESTÁ CRUDO.
No es que la reforma del servicio civil no sea una necesidad, sino que la que el gobierno sirvió al Pleno del Congreso era una vianda cruda, cocida a medias.
Coexisten en el Estado peruano hasta quince regímenes laborales distintos, variantes de los tres grandes regímenes que son, virtualmente, castas como las hindúes: la de los trabajadores estatales bajo régimen privado (decreto legislativo 728) es la de los privilegiados, los brahmanes del asunto; los de la administración pública propiamente tal (decreto legislativo 276) son la sudra común; pero debajo de ellos se hallan aun los intocables bajo contrato de administración de servicios (CAS), que no tienen derecho a nada.
Este sistema de castas es, evidentemente, un enorme despropósito que tiene que ser corregido. Para hacerlo, sin embargo, había que hacer la ingeniería de una transición bien diseñada. El gobierno, sin embargo, no ha hecho el trabajo seriamente, con base en los principios científicos de administración de recursos humanos. Lo que la ley hace es crear un nuevo régimen laboral al que se pasarían voluntariamente las tres castas anteriores a lo largo de seis años. Este plazo largo permite a las castas arrastrar los pies en la mudanza y existe, pues, la posibilidad cierta de que el nuevo se convierta solamente en un cuarto régimen -y en una nueva casta que coexista con las anteriores, cuya posición en la pirámide y la cadena alimenticia no le queda clara a nadie por el momento-.
Lo que parece más grave es que, aun si la mudanza se completara, solo alrededor de un 40 por ciento de los empleados estatales se hallaría en el nuevo régimen. Increíblemente, el 60 por ciento restante tiene aparentemente alguna forma de “autonomía legal” que lo excluye de esta ley. Existe, pues, una casta más, la de los que se hallaban al margen de la ley como tal.
Ha habido pues, innegablemente, precipitación y se ha consagrado un estado de cosas que sigue siendo discriminatorio. Nos han servido, en suma, un plato crudo. Tanto como la vaca sagrada que, exhibiendo impunemente su autonomía, se pasea en medio de todos sin que nadie la vea.
FUENTE: BLOG DE JORGE MORELLI. http://www.expreso.com.pe/blogs/jorge-morelli
