Revista Historia

El pobre

Por José Eduardo @JoseEduardoSoy
EL POBRE
De: Ivan Turgenev

Pasando por una calle, un pobre viejo, decrépito y vacilante, me detuvo. Tenía los ojos blancos y los párpados amoratados; los vestidos roídos dejaban ver llagas mal cuidadas... ¡Ay! ¡Cómo había roído la pobreza a aquel infeliz!

Extendía la mano, una mano roja, hinchada y sucia; gemía y murmuraba, implorando la caridad del transeúnte.

Registré mis bolsillos; ni bolsa, ni reloj; todo lo había olvidado en casa. Y el pobre esperaba con la mano extendida y hablando débilmente de cuando en cuando.

Confuso y no sabiendo qué hacer, estreché fuertemente aquella mano sucia y temblorosa.

No os ofendáis, hermano, no llevo nada, le dije.

El pobre clavó los ojos en mí, sus labios amoratados sonrieron, y él también apretó mis dedos helados.

─Bien, hermano -dijo con voz ronca, muchas gracias, esto también es caridad.

Y entonces comprendí que yo también había recibido algo de aquel hermano mío.


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