Ni una lagrima, ninguna disculpa, nada de agradecimiento. Susana no se cree que haya perdido el amor de los andaluces en un instante. Los socialistas están como atontados, sin saber que les ha ocurrido. No se explican que el mundo que ellos han creado y que creían indestructible se les esté escapando de las manos. No soportan que millones de andaluces les den por muertos y quieran verlos enterrados. "Sic transit gloria mundi" (Así se acaba la gloria en este mundo). El Pacto de Adviento entre el PP, Ciudadanos y VOX avanza con el propósito de expulsar al socialismo del poder andaluz y todo esto ocurre sin que nadie llore a los que se van, salvo aquellos socialistas con carné y enchufados a los que el régimen convirtió en "amos del cortijo" andaluz. Ahora se dan cuenta con amargura que su obra construída era efímera y de papel. Después de cuatro décadas de poder casi absoluto, el legado que el PSOE deja a Andalucía es de una pobreza insultante: ausencia de valores, corrupción, una red clientelar diseñada para engordar el poder, impuestos agobiantes, una burocracia que lo frena todo, una administración obesa, llena de enchufados y tan costosa que es insostenible, una sanidad pública en retroceso, una educación de baja calidad, servicios tercermundistas, un tejido empresarial hecho trizas y mucho atraso en cada rincón. —-
Demuestran con su comportamiento que el poder continuo les ha embrutecido y que son analfabetos hasta para leer el resultado obtenido en las elecciones andaluzas. Se han dejado sorprender sin darse cuenta de que pueblo termina odiando a los que le gobiernan con arrogancia y mentira, sin someterse al bien común. En lugar de lamerse las heridas y rectificar, se revuelven contra VOX como si ese partido fuera el culpable de su derrota, como si los socialistas tuvieran alguna autoridad moral para “defender” Andalucía de la nueva derecha, cuando ellos solo pueden ofrecer a los andaluces una pobre herencia de fracaso y desolación, después de 4 largas décadas estériles de poder.
Lo ocurrido con el Impuesto de Sucesiones es la mejor muestra de la profunda decadencia socialista en Andalucía. El pueblo se manifestó en las calles y rechazó con fuerza, en los medios de comunicación, ese robo descarado de las herencias, un impuesto injusto y lleno de crueldad, pero Susana y los suyos se empeñaron en mantenerlo, a pesar de admitir que ese tributo estaba "deslegitimado" por la protesta popular. El gobierno, ante la voluntad popular, se agarró a la arrogancia. Las plataformas que luchan por suprimirlo le advirtieron que si lo mantenía perdería cientos de miles de votos, pero la soberbia les pudo y solo aprobaron una efímera rebaja, con duración limitada a un año.
Los 40 años de dominio socialista se están cerrando estos días sin una lágrima, ni una manifestación de agradecimiento, salvo el llanto interesado de los enchufados que temen perder sus cargos y sus vidas regaladas, sin haber tenido otro mérito que el carné del partido, un documento que en Andalucía era más valioso que un doctorado. Nadie duda de hubo algunos avances en Andalucía, pero son terriblemente pobres si se tiene en cuenta que el gobierno recibió más de 100.000 millones de euros europeos para estimular el desarrollo.
Ningún logro destacado en la herencia socialista, ninguna huella profunda, nada que agradecerles por su gestión mediocre de cuatro décadas en la cola de España y de Europa. Los únicos que tienen que sentir agradecimiento están ahora asustados porque ven su futuro en peligro. Son la élite de un régimen que aprovecha con descaro sus últimos días de poder para colocar a sus amigos en la administración y blindarlos ante los que llegan para sustituirles.
Para los amigos y familiares del poder socialista, los que han recibido pagas, puestos de trabajo, contratos y subvenciones, la vida era un regalo, pero para el pueblo andaluz había poco más que deterioro y atraso: una Sanidad Pública en descomposición, largas esperas para intervenciones quirúrgicas necesarias para seguir viviendo, herencias robadas, un educación de tercer nivel que fabricaba niños y jóvenes mal preparados para la vida, etc.
Ni siquiera han dejado un panorama empresarial sano porque las empresas que se han beneficiado con subvenciones y dinero fácil han quedado debilitadas y sin músculo, perdiendo toda su capacidad de ser competitivas en el difícil mercado libre. Ahora, sin sus ángeles de la guarda, tendrán que cerrar.
El socialismo andaluz también ha legado a su pueblo una administración mastodóntica, cientos de miles de enchufados y un gobierno insufrible, acostumbrado a gobernar sin contar con el pueblo, atendiendo más a los privilegios de los dueños del poder que a las necesidades y aspiraciones de los ciudadanos. Es un monstruo costoso e inútil, todo un lastre que exige enormes impuestos para ser financiado.
El futuro, para el socialismo andaluz, despunta lleno de amenazas con un horizonte plagado de escándalos y desprestigio, que se convertirá en un vendaval cuando se levanten las alfombras y se vayan conociendo los grandes secretos y pecados del régimen, ocultados durante décadas. Quizás llegue un día en el que haber sido socialista en Andalucía sea un estigma insufrible, como ocurrió después de la caída del muro de Berlín con los militantes comunistas en Alemania del Este, Polonia, Hungría, Rumanía y los otros países víctimas del antiguo bloque soviético.
Francisco Rubiales
Revista Opinión
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