Revista Educación

El poder como enfermedad

Por Siempreenmedio @Siempreblog

El poder como enfermedad

Finalmente, Hugo Chávez reconoció que tenía cáncer. Que ese era el motivo por el cual había viajado a Cuba para ser intervenido. A partir de ahí, todo claro. Y no me sorprende que haya tardado en admitirlo por las consecuencias que conlleva, no sólo la  enfermedad en sí, sino estar el frente de un país y no poder hacerse cargo por una sed de poder que es más perjudicial que la dolencia que padece. En realidad, ese es el verdadero mal de Chávez y prueba de ello es todo lo que el cáncer suscitó una vez que el presidente venezolano lo confirmó al pueblo.

El discurso que ha girado en torno a este asunto es realmente patético. No sólo por parte suya sino de sus seguidores, simpatizantes y de los analistas políticos. Haciendo una lectura rápida de los diferentes periódicos, hay quienes incluso se plantean si la  enfermedad de Chávez beneficiará o no a la oposición de cara a las elecciones que se celebran el próximo año en el país latino. Otros, si el cáncer será el arma que utilizará el líder socialista para decir que “cuando se quiere, se puede”, que la victoria no está lejos y que él es una prueba fehaciente de ello, por si a alguien le quedan dudas.

La enfermedad de Chávez se llama poder, por eso gobierna desde la distancia y pese a sus limitaciones. Mientras hay personas con una realidad similar que se levantan cada mañana dando las gracias por un día más de vida, sin falsos victimismos ni especulaciones. A eso se le llama valor, esperanza y ganas de luchar. Y ese es el verdadero triunfo y la verdadera revolución. Sólo que no están reconocidas por el exteriorni por la sociedad, sino en el interior de cada uno.

 


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