El poder curativo del piano: Jean-Michael Blais y Steinway & Sons

Que la música tiene un gran poder terapéutico es algo que todos sabemos. Sin embargo, en estos tiempos en los que vivimos de manera acelerada parece difícil que pueda conservar su capacidad para ayudarnos a vivir con serenidad y a encontrarnos con nosotros mismos.

Sin embargo, el joven pianista canadiense Jean-Michel Blais nos sorprende por su excepcional trayectoria. Blais, nacido en 1984 en Montreal, asegura que graba y compone porque no se ve a sí mismo haciendo otra cosa.

Aprendió a tocar el órgano a los ocho años y el piano, a los once. Tras una breve estancia en el conservatorio marcada por la rebeldía ante los métodos tradicionales de aprendizaje, prefirió continuar por otros derroteros.

LA MARAVILLOSA FUSIÓN ENTRE LOS PIANOS Y LA EDUCACIÓN ESPECIAL

Cuando, en 2016, publicó su segundo álbum, se planteó la necesidad de elegir entre la música y su trabajo con niños con necesidades especiales, lo que le llevó a dedicarse a la formación de educadores. Combinando la música con su labor social ha conseguido una fusión perfecta en la que ambas disciplinas adquieren una función eminentemente práctica.

Según él mismo confiesa, la música le sirvió para curar el síndrome de Tourette que padece, un trastorno neuropsiquiátrico hereditario caracterizado por tics físicos y vocales crónicos. Por este motivo, decidió aprovechar el poder curativo del piano para ayudar a niños con necesidades especiales.

Sus composiciones se alejan del estándar clásico. Blais está convencido de que es un error querer revivir el pasado. Aunque reconoce que su música se inspira en los clásicos, él prefiere la libertad de la improvisación.

EL MÉTODO DE BLAIS PARA CURAR SU TRASTORNO JUNTO A LA MÚSICA DE PIANO

Recientemente, estando de gira en Francia, habló con los responsables de Steinway & Sons, su marca de piano de cabecera, y relató cómo la música le ayudó en su infancia y su adolescencia.

Durante la conversación, contó que empezó a componer en un momento de su vida en el que no tenía a nadie con quien hablar de sus problemas y preocupaciones. El piano se convirtió en su confesor.

Respecto al síndrome de Tourette, explicó que, de niño, observó cómo desaparecían los tics cuando estaba tocando el piano. Su psiquiatra le habló de la relación entre el síndrome y otras afecciones, como el trastorno obsesivo compulsivo y la ansiedad. Tras estudiar psicología, llegó a la conclusión de que su enfermedad puede ser consecuencia de problemas más complejos que se encuentran en el subconsciente.

No es partidario de tomar medicación para controlar su enfermedad, ya que piensa que las pastillas son tan solo un parche. Su psiquiatra le aconsejó practicar deporte, cuidar su alimentación y la música como terapia.

Ahora, sentado ante su piano encuentra la calma que necesita, la paz interior que solo consiguió después de aceptar su enfermedad en vez de luchar contra ella. Es más, la utiliza como barómetro para detectar cuándo está demasiado estresado y necesita hacer una pausa para tomar conciencia de sí mismo.  

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