Repensar la belleza en el mundo en que vivimos es una propuesta no sólo interesate y atrevida. También resulta muy estimulante.
Ese es el objetivo universitario del que el año pasado dejé aquí constancia:

Encuentro ahora algunas propuestas de lo más interesantes, casi provocaciones para hablar del asunto. Como ésta de un grupo en el que tengo algún amigo:
It's all about life from Álvaro Moral on Vimeo
Tampoco está de más leer algunos pensamientos de un viejo amigo, Antonio Ruiz Retegui (en Pulchrum, Reflexiones sobre la belleza desde la Antropología cristiana, Rialp, Madrid 1999, pp. 9-14). Ideas sencillas que han venido a la memoria a propósito del video:
Toda persona adulta normal tiene la experiencia del encuentro con cosas hermosas. A menudo se dice: "es una historia preciosa", o "este edificio ha quedado muy bonito", o "he oído una música muy hermosa", o "era una chica guapísima", o "asistí a una lección fascinante", etc.
En todos estos casos se usan adjetivos calificativos que tienen el significado de predicar la hermosura a diversos objetos. Pero esos objetos son suficientemente dispares entre sí como para que la predicación de la hermosura a cada uno de ellos deba tener un sentido distinto, al menos en cierta medida.
Es evidente que cuando se predica la hermosura de una historia vivida, y cuando se predica de una pintura abstracta se hace de distinta forma. Ciertamente todas las formas de hermosura deben tener algo en común. Además, es innegable que hay hermosuras de mayor hondura o riqueza, y hermosuras más "de superficie". (...)
Algunas veces nos encontramos con bellezas que podríamos calificar "de revestimiento", es decir, del modo, del estilo, del arreglo, de la apariencia, etc. Esta forma de belleza la encontramos no solamente en los ámbitos más reconocidamente superficiales, sino también muy a menudo en los discursos de los intelectuales, que saben revestir de "estilo" cualesquiera discursos, incluso los de contenido leve.
También encontramos en el mundo otra forma de belleza que enseguida reconocemos como mucho más consistente, más serena, con raíces más sólidas, de referencias más profundas.
Cuando se tiene la experiencia de esta belleza de fondo, se entiende que los griegos se preocuparan de estudiar explícitamente la "bondad bella" (los griegos crearon una palabra haciendo un substantivo de la unión de los adjetivos kalon [hermoso] y agathon [bueno]), como excelencia de la existencia humana. Ya no se trataba simplemente de la belleza, sino de aquella forma de belleza que remitía a cierta bondad de fondo, de la que era como su brillo propio.
(...)