"Pensar críticamente, escribir con claridad y comunicar con precisión. Esas son las tres reglas básicas de una buena formación, al margen de la especialización profesional que se siga. Deberían ser un requisito imprescindible para los estudiantes universitarios, pero no hace falta conocer mucho las universidades españolas ni ser un especialista en educación para comprobar lo lejos que estamos de esa primera y fundamental premisa.
En la universidad española se puede obtener un título sin haber hecho nunca una exposición oral (hablar en público) y no se suele valorar en el curriculum la participación en clase, que necesariamente conlleva aprender a pensar y comunicar.
Conseguir una escritura eficaz y una comunicación precisa requiere un aprendizaje y unas técnicas desde los niveles inferiores de la enseñanza.
El salto de la mera preparación, de un conocimiento informado, a una apreciación crítica de las cosas, a la formación profunda, puede resultar una ambición inalcanzable, pero hay que perseguirla con ahínco a través del estudio continuo, del estímulo del hábito de la atención, del arte de la expresión y del pensamiento crítico.
Los políticos comunican mal, pero también, por poner sólo unos ejemplos, los ingenieros, pedagogos, médicos, periodistas y hasta los historiadores. Desarrollar los poderes del razonamiento, del análisis y de la comunicación no es algo que se estimule mucho entre nosotros, dominados como estamos por la mentalidad de los tecnócratas y economistas, que animan a obtener beneficios inmediatos, con un desconocimiento supino de lo que significa organizar la enseñanza a largo plazo.
Y será difícil salir de ese pozo (aunque nos alumbre el sol y se siga con el tópico de que en ningún país del mundo se vive como en España. “Madrid is fun”)".
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Julián Casanova, historiador, Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Zaragoza, en su página de facebook.
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