Revista Comunicación

El poder de la prensa

Publicado el 21 febrero 2014 por Romanas
El poder de la prensa  El poder de la prensa
El poder de la prensa  Los 2 gigantes periodisticos españoles, El Mundo y El País, han cesado, o cambiado, como ustedes prefieran, a sus directores, a poco de publicar ambos los papeles de Bárcenas, y la gestión de los ceses ha sido muy sencilla: Rajoy llama a los jerifaltes de ambas empresas y les dice: o cesan ustedes a estos señores o despidanse de volver a recibir un sólo céntimo de publicidad institucional y los 2 grandes directores, a la mierda. Pues, bien, Florentino Pérez controla directa o indirectamente a casi todas las empresas importantes de España y puede canalizar la publicidad de las mismas, ¿ustedes creen que no ha llamado uno por uno, como hizo Aznar cuando el 11M, a todos los dueños de los periódicos españoles y les ha dicho, como hizo con Matilde Fernández concejal del ayuntamiento madrileño y antigua ministra, si v. se opone a que el ayuntamiento siga regalándome lo que yo necesite como presidente del Real Madrid, no sólo le echaré encima a los millones de madridistas sino a toda la prensa nacional, y la exministra se calló para siempre? Es por eso que todo un país consiente todo lo que le hacen cotidianamente porque era mentira todo lo que aquel aristócrata francés, Montesquieu, escribió en su “L’esprit des lois”, El espíritu de las leyes, sobre la división de los poderes del Estado, en ejecutivo, legislativo y judicial, porque no es posible que el legislativo y el judicial sean independientes del ejecutivo si éste se reserva la facultad no sólo de establecer los mecanismos de acceso a las cámaras legislativas sino también a los tribunales y, lo que es mucho peor aún, la de pagarles sus emolumentos. De modo que, pese a Montesquieu, del que Alfonso Guerra dijo que había pasado a mejor vida, no hay por todas partes más que ejecutivo y todo lo demás son pamplinas de charlatanes sacamuelas. Y en el ejecutivo ¿quién manda? Los que tienen en sus manos el verdadero poder: los plutócratas. Coño, acabamos de tropezarnos, como no, con el jodido Marx y su axioma absolutamente indiscutible: todo no es sino jodida, puñetera y asquerosa economía. Porque, para ganar unas elecciones generales, hoy y aquí, tiene que darte el Visto Bueno la prensa. ¿O no? Y la prensa, que pierde, si atendemos al negocio en sí mismo, miles de millones cada año, no la pueden publicar sino los plutócratas, Murdock, Berlusconi, Godó, Lara “et alteri”. Pero es que estos gastos estos canallas los cargan, y contablemente hacen lo correcto, a la cuenta de Pérdidas y Ganancias , como uno de los gastos más productivos de sus inmensos y canallescos negocios.  De modo que, al final, quien realmente manda en la geopolítica mundial es la prensa, que no es sino ese instrumento que los canallescos políticos se han sacado de la manga para embaucar a los pueblos, al jodido, al no menos canallesco “demos”.  Y todo esto a propósito de cómo el gobierno español está atacando por todos los frentes a ese pueblo que quiere recuperar su soberanía, el catalán, y uno de dichos frentes, tal vez, el más sensible para la masa, sea precisamente su club de fútbol.  Como decíamos ayer, primero, fue Messi, después, Rosell y, ahora, ya sin tapujos van a por el club directamente, el Barça.  La cosa sería de risa si no fuera al propio tiempo tan seria, porque ahora quieren desprestigiar al santo y seña de la mayor parte de los catalanes diciendo que su venerado club le ha hurtado a la Hacienda española 9 millones y pico, coño, pero ¿no le deben cerca de tres mil millones los clubes a Hacienda cómo iban a ser tan torpes los directivos del Barça para correr este riesgo por unos cuantos cochinos euros más?  Como se ve, si se profundiza un poco en el tema, todo el castillo de naipes se desmorona, pero como también dijo el ínclito Goebbels, una mentira, una ristra de mentiras, una detrás de otra, acaban creando un estado general de opinión: el Barça, el club representativo de Catalunya, es una puñetera mierda y toda la prensa española como una sola persona a aplaudir y a decir: al fin, lo hemos conseguido.  

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