Revista Psicología

El poder de la siembra

Por Jesús Portilla Jiménez @podiotriunfador

El poder de la siembra

Quien siembra, recoge

Quien siembra recoge los frutos. Dar es recibir.
¡Qué bonitas quedan estas frases! ¿Verdad? Muchos hasta se ríen cuando escuchan algo parecido. Otros piensan que cada uno debe buscarse su propia vida y que como ellos no esperan que nadie les de nada, ¿por qué van a dar ellos algo? También hay otros muchos que ni se plantean el hecho de dar porque no tienen nada y lo que necesitan es recibir.
Cada uno tiene su opinión al respecto y nada de ello es cuestionable porque no conocemos la historia particular de cada uno y lo que les lleva a pensar así.
La mayoría asocia el dar con el dinero, y yo creo que aquí radica el error, cuando uno no se detiene a pensar que todos tenemos cantidad de valores que podemos poner al servicio de los demás: conocimiento, fuerza, disponibilidad, tiempo, habilidades, valores, alegría, sonrisa, paciencia, escucha y multitud de cualidades y dones especiales que otros no tienen y que necesitan más que el propio dinero.

Os voy a contar una cosa personal. Yo, cada día, cuando llego a mi trabajo, procuro sacar la sonrisa y la alegría de mi interior, aunque no me apetezca nada estar allí. Saludo a los compañeros, les animo a empezar el día con fuerza, les entrego mi sonrisa, escucho sus problemas, intento aportar mis consejos y conocimientos fruto de mis años y experiencia, les animo procurando contagiarles mi optimismo, les oriento en lo que puedo e intento que vean esa luz que se esconde en la más profunda oscuridad. En definitiva, procuro dar lo que tengo y lo que la mayoría necesita, un poco de alegría en el camino. Sale de mí, lo tengo en mi interior y lo he recibido gratis, ¿por qué no voy a compartirlo con los demás? Además, ¿sabéis la satisfacción que me produce procurar hacer la vida más agradable a los demás?
La mayoría me ve como el "very happy", pero aunque me siento el hombre más feliz del mundo, yo también tengo mis historias, mis días nublados en los que no me apetece hablar con nadie y en los que mi nivel de benevolencia y tolerancia está bajo mínimos. Y en esos momentos, es cuando todos esos compañeros, amigos, mi familia laboral, llegan a mi despacho o me ven al pasar por sus puestos de trabajo, y me devuelven con creces su cariño, sacándome la sonrisa, descubriendo mis preocupaciones y hasta dejándome sobre la mesa un maravilloso detalle de su pueblo, de su huerta o de sus especialidades culinarias. Eso sin olvidarme de que siempre y ante cualquier necesidad mía, su disposición es máxima, poniéndose a mi servicio inmediatamente.
¿Alguno cree que yo no recibo más de lo que doy?
Dar, es recibir. Es una realidad al alcance de todos. Descubrid el poder de la siembra.
Todo lo que das queda escrito y tiene su recompensa aunque no la esperes.

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