Quizás no has oído hablar de ella, pero seguro que la has padecido más de una vez. Se llama pareidolia y se refiere a aquél engaño de la percepción por el que nos parece ver una figura -habitualmente un rostro- en una mancha de la pared, en una baldosa, en una nube o en la disposición de algún objeto. Aquí hay buenos ejemplos gráficos.
Dicen que la rapidez con la que identificamos una cara y la preferencia que tenemos por ellas podría tener una explicación evolutiva, debido a la necesidad vital de poder diferenciar unos ojos escondidos en el atardecer de la sabana de, por ejemplo, dos insectos brillantes que andan revoloteando por ahí.
Por este motivo no es de extrañar que llame mucho la atención la acción la obra de un par de artistas urbanos. Uno de ellos se llama simplemente JR y ha sido premio TED 2011 (su video de presentación aquí); es el autor de imágenes tan sorprendentes, intrigantes o conmovedoras como estas, fotografías enormes de rostros y ojos que cubren paredes de edificios, calles o trenes.
En pintura, Jorge Rodríguez Gerada se ha dedicado a dibujar rostros gigantescos en paredes de edificios como si se tratase de monumentales retratos al carbón (aquí podeis ver su obra y proyectos como Identidades).
Los rostros atraen y, de todos los rostros, aquellos que sonríen, los detectamos con una rapidez muy superior a la que detectamos caras graves, enojadas o neutras, según han mostrado algunos estudios realizados en laboratorios de neurociencias.
No se trata de algo banal: un rostro sonriente llama la atención, genera confianza y da sensación de proximidad. Una sonrisa puede romper dinámicas negativas en el seno de una discusión. Y, reírse, a parte de hacérnoslo pasar bien, probablemente genera una cantidad de oxitocina que, como mínimo, reduce la sensación de estrés y aumenta la confianza. O sea, un detalle a tener en cuenta en la vida cotidiana. Y quizás merezca la pena preguntarse: "¿Me río mucho, en mi grupo de trabajo?" o, "¿Los demás, se ríen conmigo?".