- "Practica el descentramiento cada vez que puedas. Intenta hacer un giro y ponte en el lugar del otro. Conviértelo en una costumbre: ¿Qué sentirá, qué pensará, cómo habrá llegado a esas conclusiones, cómo se sentirá el otro? Aceptar que uno no es el centro del universo es romper el ordenamiento mental de la rigidez. Flexibilidad es integración; rigidez es exclusión.
- ¿Estás consciente de tu propia insuficiencia o te has creído el cuento de que te las sabes todas? Tienes que desinflar el ego para ser flexible, porque la humildad nace de la necesidad de saber y explorar el mundo. El "no sé" te impulsa; el "lo sé todo" paraliza tu pensamiento. Es mejor no sentirse Dios; eso es demasiada carga.
- Si eres capaz y si la valentía te aguanta, trata de observar lo bueno y lo malo en ti. No esperes a que otros te digan que torciste el camino. Cae en cuenta tú mismo, autoobsérvate sencillamente porque "se te dio la gana". No hay flexibilidad sin revisión a fondo, sin pasar el antivirus para mentes retrógradas. ¿Ejecutar el análisis de todo el sistema? No lo dudes, aprieta la tecla que diga OK. Echa a rodar el programa de autocrítica. Al principio te sentirás incómodo, pero al cabo de un tiempo habrás creado la maravillosa costumbre de no dejar entrar el dogmatismo a tu vida."
Revista Espiritualidad
Así se titula el libro que estoy leyendo en la actualidad, del psicólogo Walter Riso. En este texto he podido aprender que el pensamiento rígido petrifica y estanca, mientras que el pensamiento flexible permite que las cosas fluyan, y puede nutrirse de otros puntos de vista, sin llegar a perder sus creencias.
El autor nos propone algunas recomendaciones para ayudar a flexibilizar nuestros esquemas de pensamiento, las cuales comparto textualmente a continuación: