En Montana en 1925 dos hermanos, George y Phil, son propietarios de un importante rancho. A George le gusta Rose, una viuda que regenta una posada junto a su hijo Peter. Phil es desagradable con Rose y Peter, por eso cuando George se casa con Rose y van a vivir al rancho no lo tendrán nada fácil.
Una película dura de ver. Lenta, muy lenta sin apenas diálogos, todo se dice con los silencios, los gestos y las miradas. Hay que ir preparado de lo contrario puedes rendirte antes de lo previsto.
El poder del perro hace una reflexión sobre la masculinidad y el ser gay en 1925 a través del personaje de Phil. Totalmente reprimido, adoptando un papel que no es el suyo y que lo está estrangulando y que convierte a los de a su alrededor en víctimas de esa represión.
Y luego está el personaje de Peter. Un adolescente gay que no lo oculta con todo lo que ello conlleva, bromas, insultos, ... ¿Pero quién vive más feliz, Phil o Peter? Peter, además, va a liberar a la sociedad de alguien como Phil. Aprovechando un acto fortuito. Y es que Peter debe cuidar a su madre.
Una película con muchas reflexiones, una fotografía bellísima y un Benedict Cumberbatch en un papel muy complejo que al principio odias profundamente pero que luego vas entendiendo. Kirsten Dunst también está fenomenal.