El Poder real, el auténtico, frente a la huelga general del 29

 

¿Puede Rajoy hacer otra cosa que lo que está haciendo? ¿Pudo Zapatero hacer otra cosa que lo que hizo? Dejémonos de discusiones bizantinas y vayamos al fondo de la cuestión: ¿dónde está realmente el poder?

 Era preciso que todo cambiara para que todo siguiera igual y la democracia se hizo carne y habitó entre nosotros y los padres de la Constitución se reunieron el número de veces suficiente para alumbrarla pero, allí, al fondo, estaban Tejero y Milán del Bosch, o sea, los puñeteros militares.
 

Pero ¿dónde están ahora los militares? Evidentemente, en sus cuarteles y han tolerado incluso que una mujer preñada, con una barriga por delante, los mandara, el mayor de los actos de disciplina que he visto yo, pero ¿qué harían realmente los militares si pensaran que la unidad de la patria y el imperio de la ley peligraban?

 El día 29 es un día importante, muy importante, tan importante que, si me apuran, es el más importante de toda nuestra puñetera historia democrática, porque si la huelga triunfara como debería de triunfar, los pilares de esta aparente democracia se tambalearían, si la España doliente, ésa que sufre hambre y toda clase de miserias, y esa otra parte que todavía come pero que además le queda un resto de decencia, de conciencia cívica, de conciencia de clase, se echaran a la calle y se quedaran allí hasta que las cosas se arreglaran definitivamente ¿ qué coño pasaría?, pregunto.

 Yo, sí lo sé. Ese ministro de defensa, empresario de grandes negocios militares, bombas de fragmentación y todo eso, echaría a sus muchachos a la calle y lo que ha sucedido hasta ahora, en Valencia, por ejemplo, sería un juego de niños.
 O sea que la democracia, esta aparente democracia que nos gastamos, se iría a hacer leches y la bestia fascista y totalitaria que se esconde debajo de su apariencia nos enseñaría su verdadero rostro, un ejército que se dice absolutamente profesional, tomaría las calles sólo Dios sabe por cuanto tiempo.

 Yo también lo sé, por todo el tiempo que fuera necesario, a lo peor otros 40 años, otra larguísima noche de piedra, porque a los Usa y a la UE les daría igual quién iba a apretarle y cómo las clavijas al pueblo, porque sólo se trata de eso, de apretarle las clavijas a los que siempre se les ha apretado, al desgraciado y estúpido pueblo que ni siquiera sabe nunca lo que realmente está votando.

 No habría otro 23 de febrero porque no puede haberlo, Suárez se está muriendo de alzheimer, Gutiérrez Mellado y Tarancón ya está muertos,  y el Rey y el príncipe Felipe ¿qué harían, si las Cortes, esta vez, se pusieran del lado de los insurrectos?

 Porque, ya lo escribíamos el otro día, las Cortes sólo son el paripé que se inventaron unos políticos de la más extrema derecha para que todo pareciera que había cambiado cuando las cosas no es que iban a seguir igual, es que iban a ser mucho peor porque a la gente, al pueblo, a la masa, o como quieran llamarla, se le habrían atado las manos quien sabe si para siempre.

 De modo que en este escenario, completamente ideal, lo reconozco, porque no ya el pueblo, entretenido con la Belén y el duelo entre el Barça y el Real Madrid, sino ni siquiera los sindicatos se atreverían nunca a plantearlo, ¿qué podría ocurrir, que la gente como si la Puerta del Sol fuera una plaza de Tahir o como lo que aún me da mucha más risa, como si el 15M y la DRY fueran realmente auténticos movimientos populares que trabajan para redimir a nuestro pueblo, tomaran indefinidamente las calles y no las abandonaran hasta que, por ejemplo, Rajoy y su gobierno dimitieran en favor de una junta de integración popular que se atreviera a decirle a Europa que estamos dispuestos a cumplir los compromisos, pactos y tratados que nuestro país haya signado, pero a nuestra manera?

 A lo mejor así, Merkel recapacitaba y Sarkozy, que ya le está viendo las orejas al lobo, también, y dejaban de preocuparse tanto y hasta ese punto de sus Bancos, y comenzaban a pensar en los pueblos, que es para lo que los han elegido realmente a ellos, precisamente los malditos pueblos.

 Pero llegará el día 29 y a la huelga irán sólo 4 gatos, los mismos 4 gatos de siempre, y los sindicatos dirán que han ganado y el Gobierno dirá, agitando el puñetero Wert un montón de periódicos en sus manos, que quien ha ganado realmente, y será verdad, son ellos, los que representan al canallesco poder real, y la gente, la hermosa y triste gente de Saroyan, la humillada y ofendida gente de Dostoievski, seguirá pasando todo el hambre y la miseria del mundo, por los siglos de los siglos, amén, porque hubo un momento crucial en nuestra historia en que la izquierda auténtica ocupaba el poder político, ése que se refugia en las Cortes, y un asqueroso capitalista de vía estrecha y el más canallesco de los generales hicieron todo lo necesario para que los militares se echaran a la calle contra ella, como se volverán a echar ahora, si el capitalismo y los militares lo consideraran necesario.

 De modo que, como decía Voltaire, a través de su inmortal criatura, Pangloss, vivimos en el mejor de los mundos posibles, tan bueno es que lo resiste todo y no hay nada capaz de cambiarlo.