Revista Cultura y Ocio

El poder subestimado de los Estados de WhatsApp para la promoción musical

Publicado el 10 noviembre 2025 por Juan Maria Solare @DonSolare

por Juan María Solare

Hoy te quiero regalar mis ideas acerca de cómo aprovechar Estados de WhatsApp para promocionar tu música. Esto es particularmente importante desde que Meta ofrece música prelicenciada (la misma que hay en Facebook e Instagram) para posible inclusión en un «Status» de WhatsApp. Y es aún más importante desde que WhatsApp permite compartir cualquiera de los estados cuyos autores lo hayan autorizado.

Aspecto práctico (resultados). Como uso a diario esta posibilidad desde hace tiempo, he acumulado bastante experiencia directa . El estado de WhatsApp me ha traído un par de estrenos inesperados, por gente que responde a ellos comentando: «Uy, qué interesante esa obra, ¿podría yo tocarla?» Por supuesto (y este es un punto clave) se trata de personas que ya me conocen.

Aspecto teórico:

(a) Es «publicidad» totalmente no invasiva. Mira el status quien quiere. Esto me resulta sumamente importante en un mundo que lucha por visibilidad y le arranca los ojos a la competencia con tal de ponerse en primer plano. Y sinceramente, mucha gente está algo harta del «yo, yo, yo» permanente, del autobombo incesante, de la lucha por quince segundos de fama.

(b) Son personas que ya conocés y te conocen (por eso tienen tu número de teléfono, que no se lo das a cualquiera). No les estás tocando el timbre a desconocidos cual vendedor de alfombras. Es tu gente, y son potencialmente tus superfans. Es como hacer publicidad pasiva o pegar afiches en tu propio barrio: «Ah, mirá lo que está haciendo Juancito».

(c) WhatsApp no es una plataforma pública y masiva (como Instagram o TikTok), así que nos movemos a una escala muy específica: el círculo íntimo, local o comunitario. Su eficacia depende de quién te tiene en la agenda y mira tus cosas.

(d) Tu «estado» no compite con 200 «stories» por minuto. Hay menos ruido y más foco. Puede ser más valioso que un post en Instagram que nadie guarda ni comparte. No hay feedback visible para los demás. Nadie comenta públicamente. Pero eso no significa que no te estén mirando.

Veamos un par de ejemplos prácticos. Estoy seguro de que, si sos músico, ya usaste varias de estas posibilidades:

Caso uno: compartir un enlace de YouTube. Es lo más elemental. Aquí hay dos elementos no negociables:

(a) Ante todo, incluir un contexto. Aunque sea una sola línea de texto que explique qué me espera luego de clickar. No hacerlo es un agravio (leve); es como si me plantaran frente a una puerta desconocida y me pidieran que toque el timbre. ¿Por qué tendría que hacerlo? ¿Sólo porque confío en quien me ha puesto allí? No es suficiente. Necesito una motivación genuina.

(b) Segundo elemento: asegurarse de que aparece la imagen de previsualización del video. En general alcanza con esperar unos segundos. A veces hay que volver a cargar el enlace (y no, la tecnología no es perfecta).

(c) Un detalle que aprendí por las malas: al día de hoy no es posible postear un link clickable con música en un status de WhatsApp. O lo uno o lo otro. Si se lo intenta, el enlace no será clickable (y por lo tanto inútil). Solución: no hay. Poné solamente el link, y si querés que algo tenga música, posteá otro estado y chau pinela.

Caso dos: compartir un enlace a Spotify (o Apple Music, Tidal, Amazon Music o la plataforma que prefieras). Básicamente es lo mismo, aunque compartir desde Spotify permite una serie de variantes visuales adicionales nada despreciables.

Caso tres: compartir una imagen cualquiera o un video cualquiera, y superponerle música prelicenciada. Aquí la cosa comienza a ponerse más interesante, porque tenemos dos alternativas básicas: centrarnos en decir (sin palabras, de manera implícita) «escuchá mi música», o bien en «mirá qué bonita foto, qué atractivo video —y por cierto, aquí está mi música». Muchas veces la segunda opción da la impresión de que estás aportándole valor real a la gente, y es ergo bienvenida; mientras que la primera opción deja un gustito de aquel «yo, yo, yo» que te mencionaba antes (el I, me, mine que criticaba George Harrison).

Escribo «una imagen cualquiera», pero seguramente intentaremos elegir una que tenga algo que ver con la música que estamos haciendo escuchar.

Caso cuatro: un aforismo o pensamiento (propio o ajeno), o un fragmento de la letra de alguna de nuestras canciones, acompañado por la música prelicenciada (de la misma canción). O una anécdota personal (es decir, original, no copiada de otras fuentes: algo que sólo pueda haber salido de tus labios).

Pensémoslo desde el otro lado: en un estado ajeno veo una imagen potente o una anécdota atractiva (con cierta música de fondo). Y veo además otro estado mendigándome que cliquee un link. En condiciones normales, ¿cuál de ambas cosas voy a querer instintivamente compartir con terceros?

Caso cinco: efemérides. ¿Es hoy el Día Mundial del Pianista (8 de noviembre)? Pues un saludo a todos los pianistas de mi círculo de conocidos, y por supuesto acompañado de mi música para piano. Lo mismo para cualquier otro día del año: hay días mundiales de cualquier cosa imaginable, y alguno se relacionará con nuestra música. Día Mundial del Mago, del Payaso, de la Ética, de la Honestidad o -por el contrario- del Abogado; y consulten también el santoral. Hay también efemérides históricas (conmemoraciones de eventos y personajes). Y por supuesto las grandes efemérides, religiosas o no: Navidad, Pascua, Ramadán, Vesak, la independencia de tu país, Black Friday, Halloween, Día del Padre, de la Madre, de los Abuelos, Día del Niño o de la Infancia y hasta un Día Mundial del Loro.

Sonará cínico, pero es puramente práctico: cualquier pretexto es bueno para dar a conocer algo bello que hayamos hecho. Nadie enciende una lámpara para esconderla.

Caso seis: Tengo entendido que una cuenta de WhatsApp Business permite funciones adicionales (quick replies, etiquetas y estadísticas básicas), pero no tengo experiencia directa.

Caso siete: He visto recomendado que cualquier enlace que se ponga en un Whatsapp Status sea a una landing page (página de destino) con códigos de seguimiento UTM, para medir qué tráfico vino de WhatsApp. Esto que parece muy eficiente sobre el papel me resulta contraproducente a nivel psicológico. Quien vea el enlace a una landing page va a descubrir que lo están midiendo, que todo es parte de una estrategia premeditada, y ¿quién quiere sentirse el cliente de un colega o de un amigo? Tiene que verse, sonar y ser cercano, no mercantil. Valorá la cercanía, no la explotes.

Lo esencial está escrito. Ahora a probarlo. En particular, no se olviden de abrir la posibilidad de que otra gente comparta los estados (pocos aún saben que es posible). Sugiero además no abusar: si envío diez statuses al día estoy compitiendo contra mí mismo. Casi nadie los va a ver todos. La saturación baja la atención y la escasez genera valor.

Todo esto no reemplaza una estrategia de comunicación más amplia, pero puede ser una trinchera más en tu frente de batalla.

[ Juan María Solare, Worpswede, 9 de noviembre de 2025 ]


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