ELEGÍA DE LAS CIUDADES BOMBARDEADAS
Gravita en torno al espectral paisaje
una inverniza claridad muriente:
bajo la lenta majestad del orto
surge el fracaso.
Son las ciudades de la guerra, heridas
en un terrible y militar encono;
torvas siluetas fantasmales trazan
sobre la niebla.
¡Villas del Norte, hasta el ayer ruidosas,
ebrias del oro de sus claros vinos!
Hoy sólo otorgan el prestigio augusto
de lo pasado.
Mas no hay pasado en sus bastiones rígidos
ni en sus sillares la labor aquella
-tan femenil- con que las buenas Horas bordan las ruinas…
Más generoso que el cañón, el Tiempo,
y más artista, en el legado antiguo
colgó el misterio, e hizo en las junturas
crecer la hierba…
Ahora, en el tedio polvoroso hundidas,
sus inquietantes equilibrios aguardan;
acribilladas, humeantes, vivas
de horror moderno:
las altas casas, vecinal albergue,
-rotos los muros, los tabiques rotos-
en el dolor, ennegrecidas muestran
sus interiores.
Los dulces muebles familiares, aptos
para el diario menester pacífico,
humildemente, su miseria asoman
por los escombros.
¡Ansias secretas del hogar violadas!
¡Minas de amor o de piedad deshechas!
¡Todo un ensueño peculiar quebrado
súbitamente!
Hablan las ruinas: «-La fatal Discordia
»de hermano a hermano concitó las iras.
»Sobre esta bruta pesadilla enorme
»pasó la Guerra.
»¡Huíd, nacidos! La sevicia humana
»muestra sus dientes al botín espléndido.
»Los negros potros del terror relinchan
»encabritados.
»Asid las crines que el espanto eriza
»y hacia otras zonas cabalgad ligeros.
»Donde no asista la señal del hombre
»plantad la tienda…»
Callan… Y al pronto, la explosión temida
su claudicante trabazón remueve:
tras la voluble polvareda mírase
todo cambiado.
Y el bardo aleja con temor los ojos
del lamentable panorama y llora,
¡villas del norte de la dulce Francia!,
vuestra elegía…
Tomás Morales (1884-1921)
Poeta español