“Yo no soy el filósofo.
El filósofo dice: Pienso... luego existo.
Yo digo: Lloro, grito aúllo, blasfemo... luego existo.
Creo que la Filosofía arranca del primer juicio. La Poesía, del primer lamento. No sé cuál fue la palabra primera que dijo el primer filósofo del mundo. Lo que dijo el primer poeta fue: ¡Ay!
¡Ay!
Éste es el verso más antiguo que conocemos.”
(León Felipe[1])●●●●●●●●●
“El aullido es como el grito de dolor en el hombre, un «gesto» expresivo. En él, como en los demás gestos espontáneos, se manifiesta un estado emocional del sujeto. La palabra, por el contrario, en lo que tiene estrictamente de palabra, no expresa nada, sino que tiene significación (la palabra «tristeza» (…) tiene siempre la misma significación. El triste incluirá en la pronunciación de ella algo de gemido, y el alegre algo de risotada, y esto —el modo de pronunciar la misma palabra— es lo único que esta tiene de expresión). Paralelamente acaece que el aullido y el grito son involuntarios, y cuando no, es que son fingidos, imitados. No se puede querer dar un auténtico «grito de espanto»; lo único que se puede querer es reprimirlo. La palabra, en cambio, no es emitida sino voluntariamente. Por eso aullar y gritar no son «decir»” (Ortega y Gasset[2]).●●●●●●●●●
“Me he esmerado en no ridiculizar ni lamentar ni detestar las acciones humanas, sino en entenderlas (…) Hemos demostrado, además, que la razón tiene gran poder para someter y moderar los afectos” (Baruch de Spinoza[3]).
[1] León Felipe: “Obras Completas”, Buenos Aires, Losada, 1963, pág. 257.
[2]Ortega y Gasset: “Prólogo a ‘Veinte años de caza mayor’, del conde de Yebes, O. C. Tº 6, p. 459.
[3]Spinoza: “Tratado político”, Madrid, Alianza Editorial, 1986, pp. 80 a 82.