Todos los días, y en prácticamente todos los países del mundo, la gente suele hablar de política independientemente de su formación intelectual, desde un obrero hasta un profesor universitario, y a menudo, el tema más cotidiano puede llevar a tocar un tema político (Ejemplo: El precio de la comida). No obstante, muy a nuestro pesar, la mayoría de esas personas realmente lo hacen de forma inconsciente y sin realmente informarse bien del tema, ya que ignoran un problema que a lo largo de la historia ha arruinado a muchos países y acabado con la vida de millones de personas: El populismo.
En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el populismo es definido de la siguiente manera: “Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”.
Dicho de otra manera, el populismo es una práctica que muchos políticos utilizan para acercarse a las clases más desfavorecidas, a menudo prometiendo más cosas de las que pueden cumplir y buscando algún “enemigo” a quien culpar como la causa de todos los problemas de dichas clases, que por lo general resulta ser otras clases menos desfavorecidas de la población. Sin embargo, lo peligroso de ello es que dicha práctica ha llevado o podría llevar a la victoria a tales políticos, ya sea a través de elecciones libres o a través de revoluciones. Tenemos el caso de Adolf Hitler en Alemania, que llegó al poder por medio de las urnas prometiendo la gloria para ese país y, por supuesto, buscando un culpable entre la población (los judíos, comunistas, entre otros). Por otro lado, tenemos casos como Mao Tse-tung en China o Fidel Castro en Cuba, que llegaron por medo de revoluciones populares armadas y usaron al capitalismo, a las clases favorecidas y al imperialismo europeo y estadounidense como los culpables de todos los problemas de sus pueblos. Lo cierto es que los tres casos terminaron con niveles astronómicos de muertes a manos del estado (mucho más graves en los casos de Alemania y China) y con una economía aún más pulverizada que en los gobiernos anteriores (más en el caso cubano y chino, el caso alemán se debió más que todo a las consecuencias de provocar la Segunda Guerra Mundial y perderla 6 años después).
Como podrán ver en los ejemplos antes dados, aquí no se trata de la vieja y ya aburrida rivalidad que existe entre la derecha y la izquierda ni de cuál de las dos es la mejor vía. Se trata de que el populismo no tiene ideología y de que podría afectarlas a todas sin excepción. Eso lo hemos podido ver con frecuencia en América Latina, África y en algunas partes de Europa y Asia, puesto que, independientemente de que haya gobiernos democráticos o no, muchos de ellos han sucumbido al populismo prometiendo lo imposible, buscando enemigos internos y externos, y en consecuencia, afectando la economía, las instituciones públicas, el estado de derecho y la población de sus países.
Ahora, para concluir, vamos a centrarnos en lo más importante: La posible solución a este problema. Bien, la posible solución podría ser que cada vez más gente denuncie este gran problema que puede aquejar a cualquier parte del mundo si no se toman las medidas pertinentes, como procurar que la población no sólo esté mejor formada, sino mejor informada a la hora de elegir y promover a sus líderes políticos y de esta forma conseguir recuperar y fortalecer la economía, las instituciones públicas y el estado de derecho, donde la intolerancia a la corrupción debe jugar un papel importantísimo. Todo ello ha de ser un trabajo mancomunado, de todos sin excepción.
Bibliografía recomendada:
“El Engaño Populista”, de Gloria Álvarez y Axel Kaiser.