Revista América Latina

El “Por ahora” de Víctor Hugo Morales

Publicado el 02 febrero 2016 por Jmartoranoster
A las 6pm la mitad de la Plaza de Mayo estaba llena de activistas y militantes, y de mucha gente sin partido, en su mayoría mujeres de mediana edad con aspecto de profesionales. Las 3 calles adyacentes también estaban repletas.

Un estimado podría sumar unas 50 mil personas, la mayoría embanderada dentro de organizaciones y movimientos del kirchnerismo.

Esa cantidad es suficiente para definir esta acción de calle como la más importante en cantidad y calidad, entre las más de 20 que se han producido durante el primer mes de gobierno de Mauricio Macri y su Gabinete de CEO multinacionales. A es amisma hora, los canales de noticias, América TV y TN, transmitía programaciones dedicadas a los capturados, sin mencionar siquiera que la Plaza más política de este país estaba llena de gente que protestaba.

Los kirchneristas presentes, que constituyen la mayoría en la Plaza vocean la comprensible consigna “Valos a volver, vamos a volver”, pero entre la variopinta participación de gentes hay muchos y muchas con cartelitos hechos a mano o en impresoras personales, con escritos que exigen el fin de los Decretos de Urgencia, o la libertad de prensa.

Hasta ahora, se sabe que el gobierno ha desactivado cinco programas televisivos de periodistas kirchneristas, cerrado unos 10 Centros Culturales de barrio en la Capital Federal y amenzado a decenas de periodista y conductores que se identificaron con el gobierno anterior, o que son de la izquierda militante no kirchnerista. Otros carteles emulaban a Charlie Hebdó y decían “Todos somos Víctor Hugo”.

Es una reacción defensiva y democrática con olor a 19 de Diciembre de 2001, simbolizado por un popular periodista despedido ayer martes de su programa y de la emisora donde sumaba 30 años de actividad profesional y en la que lucía la más alta audiencia.

Esta reacción, o rechazo popular a la arbitraria medida antidemocrática, censuradora del derecho a la libertad de expresión y comunciación, ha permitido galvanizar una suma de rechazos mudos en otros sectores sociales, que han tenido menos visibilización.

La CTA tiene el mérito de haber sido la primera organización sindical que salió a la calle a rechazar las medidas autoritarias del Gobierno contra los trabajadores, una acción comprensible porque la mayoría de los afiliados a esta central son empleados públicos o tercerizados por el Estado, desde los gobiernos anteriores. Aunque antes fueron los obreros de Creta Roja los protagonistas y hace una semana los municipales de La Plata, ambos reprimidos con fuerte violencia.

Esta concentración democrática en la Plaza de Mayo permite darle voz a la angustia de los casi 20.000 despedidos en menos de un mes, entre los cuales, por supuesto, se cuentan los tradicionales “ñoquis” acomodados por innecesario clientelismo militante.

El gobierno provincial y el nacional están aprovechando la presencia de los “ñoquis” en las nóminas, para hacer limpieza laboral al servicio de lo que los neliberales llaman “reducir el Estado” al mínimo funcional al tipo de capitalismo contemporáneo.

Este es el valor democrático de esta concentración. Una reacción parcialmente espontánea que brotó ayer a la 9 de la mañana cuando el conductor usó los cuatro minutos que le permitió la patronal para despedirse ante el micrófono que usó por 30 años.

Esos cuatro minutos, bien usado por un especialista en la palabra hablada, fueron suficientes para generar una movilización de conciencias mucho más allá de las filas kirchneristas. Incluso personas identificadas con el actual gobierno debieron guardar silencio ante un despido que sienten como “algo malo”, que les recuerda a perimidos gobiernos autoritarios civiles y militares de Argentina.

En esas dos medidas, y solo en esas, son equiparables dos acontecimientos tan distintos, como el de Hugo Chávez en 1992 (una insurrección militar que dio continuidad a la insurrección social del Caracazo) cuando dijo por televisión “Hemos sido derrotados… por ahora” y provocó un terremoto emotivo en el pueblo venezolano. Y este: los cuatro minutos de despedida de Víctor Hugo Morales ayer, cuyo efecto fue esta concentración de casi 50.000 personas en defensa de derechos sociales y democráticos.

El videocelular filmado en el estudio ayer, por uno de sus productores, se viralizó en las redes sociales y vehiculizó la acción social de hoy martes a las 6 de la tarde. Es esperable que esta acción irruptiva no sea monopolizada por ninguna fuerza partidaria, y al contrario, pueda potenciarse acumulando fuerza hasta convertirse en la primera valla de defensa contra un gobierno que parece haber llegado a desmontar derechos nuevos y viejos de la clase trabajadora de las clases medias urbanas.

Adnmarcospaz

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