La llegada al poder
Porfirio Díaz había participado con Benito Juárez en su lucha contra los europeos invasores y era a todas luces un liberal más. Sin embargo, las amistades en política no duran mucho y el 8 de noviembre Porfirio Díaz lanza un nuevo plan, el llamado Plan de la Noria que se oponía totalmente al gobierno de Juarista. Consiguió que los estados como Oaxaca, Guerrero y Chiapas se unan a su casa, y muy ufano, con sus fuerzas avanzó hacia Toluca. Los fieles a Juárez derrotan a las tropas de Díaz evitando que se tome la capital de México. Luego de que la mitad de 1872 sea un desastre para Díaz, el 18 de julio recibe una noticia que es de su agrado. Benito Juárez había muerto y con él, medio México pareció estallar en llanto. Sin embargo no había tiempo ni para conmemoraciones. Al gobierno había ascendido Lerdo de Tejada como presidente provisional. El Plan de la Noria además de ser un fracaso ya no tenía sentido alguno. Los rebeldes parecían deponer las armas y Díaz condenado al olvido. En noviembre de aquel año Lerdo de Tejada es nombrado presidente constitucional para gobernar hasta 1876. Irónicamente se dio amnistía a los revolucionarios mexicanos aunque bajo la condición de que se les daba de baja del ejército mexicano.
Díaz y sus seguidores desconocieron la elección de Lerdo de Tejada por lo cual deciden planear un golpe de estado. Para ello buscó apoyo de potencias como Inglaterra y Francia. El presidente ya empezaba a ser muy odiado por el pueblo. Díaz fue adquiriendo más apoyo de los militares y de la Iglesia inclinándose de este modo por una tendencia conservadora. En efecto, estas dos instituciones querían recuperar los privilegios que Benito Juárez les había quitado. Fue entonces que Díaz lanza un nuevo proyecto, el Plan de Tuxtepec. Se da inicio a una nueva Guerra Civil, la última del siglo XIX para México, de la cual Díaz saldría triunfador. Finalmente es declarado presidente el 5 de mayo de 1877.
Sus intenciones fueron loables en un principio, y Porfirio parecía honesto y patriota. Pero lo cierto es que pasaron años, quinquenios, y no dejaría el poder al cual tanto se había acostumbrado. La clase política que lo rodeó hambrienta y sedienta de más, pronto lo corrompió, y con la excepción del pequeño período que ocupó Manuel Gonzáles de 1880 a 1884, el gobierno que buscaba reconfigurar el país se hundió en la más vil dictadura. Pero no todo fue malo, es por eso quizá, que se le toleró mucho tiempo. Porfirio Díaz en cierto modo le dio un nuevo rostro a México, así como un nuevo rumbo. Lo modernizó y lo colocó a la vanguardia de América, pero entonces, ¿en qué falló?, pues quizá en acabar con las leyes por las cuales los liberales como Juárez habían luchado, y a los cuales había apoyado antes, generando así uno de los detonantes que nunca se le pudo perdonar a su gobierno, como por ejemplo retornarle las riquezas y privilegios al clero mexicano mientras millones eran pobres y padecían hambre. Pero será mejor examinar uno por uno sus aciertos y errores, que llevaron a su gobierno a ser la principal causa de la Revolución Mexicana.
Ámbito económico
Desde un inicio Porfirio Díaz quiso reactivar la economía de un país en ruinas y con profundos, agudos y latentes problemas políticos. Mediante la modesta consigna de “el orden, la paz y el progreso” se daba inicio al Porfiriato. Uno de sus primeros objetivos fue el de modernizar y colocar a la vanguardia a la paupérrima industria mexicana. Se dio una importancia capital a los puertos del país. Por ello la marina mercante mexicana recibió el impulso que necesitaba teniendo en cuenta que había una salida a dos océanos. Se apuntó sobre todo a la construcción de astilleros y barcos. En 1897, inclusive se inauguró la Escuela Naval Militar, la cual preparaba oficiales para la marina.
Entre otras instituciones y compañías se crearon la Transatlántica Mexicana, la Naviera del Pacífico y la Mexicana de Navegación. Algunos logros se percibieron hacia el final de su mandato ante un incremento del tráfico marítimo en el Golfo de México tanto de las naves naciones como las extranjeras.
Otro aspecto de desarrollo económico para México fueron sus vías de comunicación. Las líneas férreas enlazaron los puertos con las ciudades proveedoras de recursos principales, como por ejemplo Veracruz con México D.F., aunque no se concluyeron algunas otras muy importantes como México-Tampico y México-Acapulco. Los capitalistas británicos y estadounidenses pugnaron por el dominio de esta importante industria, hasta que en 1909 los ferrocarriles mexicanos se estatizaron permaneciendo en ese así hasta 1991, sin embargo las inversiones anglo-norteamericanas habían servido para expandir las líneas ferroviarias por lo menos en 20 mil kilómetros. Durante el gobierno de Díaz, curiosamente, se habló de progreso. Esto no es del todo incierto, sin embargo, eso sólo se vio en las principales ciudades y entre las clases altas. La clase media casi no existía. En el ámbito rural los latifundistas mantenían un régimen semi-feudal con rasgos esclavistas, que iba en franca contradicción con el desarrollo capitalista que él quería darle al país. Su gobierno cedió grandes extensiones de tierra para la inversión extranjera, siendo la más destacada las concesiones mineras.
Aunque después de todo se llegó a una exageración pues algunos propietarios rurales llegaron a poseer terrenos equivalentes a la superficie de Costa Rica. La agricultura se orientó a la exportación y creció espectacularmente, sobre todo en la producción de henequén, café, cacao y hule. En el ámbito minero también hubo resultados buenos, pero está claro que la nación entera no percibía los beneficios de estas riquezas, siendo las clases altas siempre las únicas que salieron bien paradas. En épocas avanzadas de su gobierno, hacia fines del siglo XIX, dos inversionistas, uno inglés y otro estadounidense, iniciaron la explotación del petróleo mexicano. Hacia finales del siglo XIX, Díaz aprobó que se pueda explotar petróleo en México.
En abril de 1878 Estados Unidos reconoce su gobierno y se abrieron oficialmente las puertas de México a la inversión extranjera, permitiendo el ingreso de la tecnología y modernidad al país. Estados Unidos y Gran Bretaña eran los países que pugnaban por la hegemonía. El primero se interesó por la construcción de vías de comunicación ferroviaria, por cuestiones geográficas. Dándose cuenta de la preponderancia yanqui, el líder mexicano trató de facilitar el ingreso de inversionistas del Viejo Continente, además de los ingleses, como Francia por ejemplo. Además el carácter patriota de Díaz siempre se mantuvo firme y trató de no subyugarse a los estadounidenses lo más posible, pues debido a las presiones de Washington, se cumplieron los compromisos de la deuda internacional mexicana desde 1878. El 1 de abril de 1893 México respiró aliviado tras anunciarse en un mensaje a la nación que el pago había finalizado. Además, las relaciones diplomáticas con los socios comerciales se incrementaron por mucho y se contribuyó a mejorar los beneficios para ambos países. México también abrió sus puertas a Alemania, España y Japón, con este último especialmente con el fin de frenar los afanes imperialistas yanquis. Entre otros aspectos de modernización podemos señalar la electrificación de muchas zonas gracias a corporaciones alemanas, la creación de las primeras refinerías del país, de la primera planta siderúrgica en América Latina, la producción de muchos metales y combustibles, así como el inicio de grandes inversiones extranjeras que se traduce en la fabricación y exportación de textiles, papelería, calzado, vidrio, químicos, vinos, etc.
Ámbito social
Hay que reconocer que el progreso viene por sí solo, como una clara ley natural que se inserta dentro de cada sociedad, en algunas más lento, en otras más rápido. En el caso de Díaz, hubo un progreso a una velocidad moderada y sólo en algunas urbanas como las costeras y la capital. Además hay que tener en cuenta que se hizo a costa del sufrimiento y detrimento de los más pobres, sobre todo los provenientes de raza india. También se trajo abajo muchas medidas adoptadas por los liberales, quizá la más importante sea los beneficios del clero. En efecto, sus tierras y bienes fueron reivindicados. La construcción de ferrocarriles, así como la concesión de tierras y la explotación de recursos naturales como el petróleo o los minerales siempre perjudicaban a los más pobres, que siguieron siendo la mayoría. Ora dañaban las propiedades de estos, ora se veían despojados de sus tierras sin tener la mínima posibilidad de defenderse por la carencia de recursos. Este aspecto, el de injusticia social, se vio muy enraizado en instituciones tales como el poder judicial y el ejército, con respaldo de Díaz. En el ámbito rural, los latifundistas u otros grandes propietarios mantenían a los campesinos en un estado de semi esclavitud. Es decir que por un lado se trataba de construir un moderno México con el crecimiento industrial y por el otro se mantenía una economía semi-feudal en zonas rurales, que además contradecían la Constitución y las leyes de la misma, acerca de la no esclavitud y la igualdad de los ciudadanos ante la ley. Sin embargo, el gobierno, a pesar de sus defectos, tuvo medidas efectivas. Por ejemplo en la educación pública se hicieron grandes avances de reorganización, impulso que fue dado por intelectuales liberales. Fue difícil debido a la falta de vías de comunicación en un principio, especialmente en zonas rurales. En 1891 se emitió la Ley Reglamentaria de Educación, estableciendo la misma como laica, gratuita y obligatoria. Se llegó a crear más de 200 escuelas para formar docentes, aunque las zonas rurales por lo general eran las más olvidadas, lo cual creó un progreso educativo disparejo en todo el país. Por lo demás sólo resta mencionar la creación de la Dependencia del ministerio de Educación pública y Bellas artes en 1905. Así como la institucionalización de la Universidad Nacional de México, en 1910.
Ámbito político
El gobierno de Porfirio Díaz, que en un inicio había apoyado a los liberales, se vio contagiado pronto de un aire conservador. Creyó que a su país le faltaba progreso, e intentó dárselo desde su punto de vista. Asumió la tarea del conductor de millones de personas, con el fin de establecer en su país la modernización y el reconocimiento mundial después de las primeras desastrosas y difíciles décadas que le tocó padecer desde su emancipación con respecto a España.
Sin embargo a todas luces su gobierno fue una dictadura, y si omitimos el citado gobierno de Manuel González de 1880 a 1884, se podría decir que ejerció el cargo, casi, 36 largos años. Sus medidas, algunas progresistas, no impidieron un mayor distanciamiento entre las masas y el estado. Entonces esto generó un claro resentimiento ante su régimen, a pesar de los logros que obtuvo, y Díaz se fue tornando cada vez más y más un tirano, que no se resignaba a desprenderse del poder, a pesar de que muchas veces abogó por el retorno a la democracia. Se violó la Constitución de 1857, y hasta incluso la modificó para permanecer ilimitadamente en el cargo. En efecto, las elecciones se hicieron fraudulentas, la posibilidad de crear nuevos partidos casi imposibles, y se suprimieron o cambiaron muchas leyes esenciales.
Sin embargo, el Ejecutivo intentó disimular bastante la acumulación de poder. Por ejemplo el 13 de mayo de 1891 se promulga una ley por la cual, dicho poder se distribuía en siete ministerios, como el de Comunicaciones y Obras Públicas, al cual se le atribuye la creación de edificios, carreteras, caminos, teléfonos, telégrafos, ferrocarriles, caminos, canales, puentes, correos, etc. Como vemos, trató de comprar el favor del pueblo con obras públicas. Como resultado de las relaciones comerciales intensas, innovadoras e importantes para México que el gobierno de Díaz implementó, se desarrolló una política internacional sin precedentes, que buscó borrar aquella imagen que México tenía en el extranjero tras sucesivas guerras, sublevaciones e invasiones. El gobierno se esforzó en el reconocimiento internacional y lo consiguió. Ahora bien, el punto clave en la política de Díaz fue la llamada “pacificación del país”, hecho por el cual plasmaría todas sus energías y le valdrían mucho descrédito. Esta llamada pacificación abarcó desde el aniquilamiento de decenas de bandas de ladrones hasta los posibles subversivos y sublevados contrarios al régimen.
Existían también algunos grupos armados que controlaban determinadas zonas del país por medio de caciques. Para 1878 se consiguió casi en la totalidad la tan ansiada pacificación que se vio interrumpida sólo por la rebelión acaecida en Veracruz en junio del año siguiente. No obstante recién en su segundo gobierno se inició la tolerancia e intentó atraer a los disidentes políticos.
Ámbito cultural
En el desarrollo cultural México tuvo un increíble despertar, después de tantos años de guerras y desórdenes socio-políticos. Destaca la literatura mexicana. En 1867 Ignacio Manuel Altamirano fundó las Veladas Literarias, grupos de escritores mexicanos quienes hacia 1869 crearon la revista Renacimiento, la cual publicaba textos literarios, abarcando además temas de historia y arqueología. También fueron creados grupos de estudio como las “Lenguas de México” que investigaban acerca de la historia de su país y de la universal. Como sea su labor le valió ser nombrado diplomático, fomentando un sostenido y progresivo intercambio cultural con Europa. Su legado ayudó al fortalecimiento de la unidad y de la idea de nación mexicana, así como a fomentar el nacionalismo, aunque claro, más de corte cultural y académico. Luego vino el modernismo, donde se deja de lado la tendencia nacionalista y, especialmente motivada por el régimen de Díaz, se inicia una etapa de influencia francesa muy marcada en el movimiento. Entre los destacados está Luis G. Urbina. El positivismo también llegó por aquellos años y tuvo influencia en la mentalidad de las clases intelectuales del país. Sin embargo tuvo una apreciación burda del movimiento durante el régimen de Díaz, llamándosele “positivismo liberal”, en la cual se sugería reivindicar al indio muerto, pues el vivo era aparentemente un ignorante que no admitía mayor modernidad ni progreso. Entre otros aspectos se señalan algunas exhibiciones de monolitos prehispánicos como la de 1887. En 1901 se creó el departamento de etnografía, así como otro de arqueología. En 1904 acaeció la Exposición Mundial de San Luis, Estados Unidos, lugar en donde se expuso muchas piezas arqueológicas de las culturas nativas de México. En 1908 se dividió el Museo en el de historia natural y el de arqueología. Finalmente vale la pena destacar al paisajista José María Velasco quien se graduó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de 1861. Sin embargo también amplió sus conocimientos estudiando zoológica, botánica y anatomía. Pintó escenas de personajes de la sociedad de su época, así como haciendas, el Valle de México, y otros paisajes, en especial los de Oaxaca. Lo más destacado probablemente sea la participación en la Exposición Universal de París en 1889 que llevó hasta Europa parte de la cultura y de la modernidad de México. En ella se exhibió alfarería, mapas, minerales, cartas geográficas, algunos productos agrícolas, frutas, libros de la época colonial, y otros de estudios antropológicos modernos. El símbolo quizá fue el palacio azteca, con un estilo ciertamente afrancesado aunque sin perder los rasgos amerindios. En París, llamó la tendencia el denominado indigenismo cosmopolita, aquel que mezclaba lo indígena con lo moderno, especialmente si era francés, pues París era el centro de la cultura en el mundo de aquel entonces.
Final y camino hacia la revolución
Pero mientras tanto, Díaz seguía en el poder con el paréntesis que ejerció Manuel González, quien era su amigo y aprovechó su corto período para crear el Cuerpo de rurales. Eran algo así como un grupo de matones respaldados por el gobierno que gozaban de la libertad de ejecutar a cualquier sospechoso de ser contrario al régimen. Entonces nos damos cuenta la paranoia de Porfirio Durante el gobierno de González, claramente influenciado por la sombra de Díaz se creó la primera red de telégrafos, se fundó el primer Banco Nacional, el previo a lo que es en la actualidad el Banco de México. Pero surgió una crisis y como buen zorro político, Díaz regresó al poder de México para no irse hasta 1910. Era cierto que el país había progresado e ingresado moderadamente moderno al siglo XX, pero a costa de grandes diferencias sociales, pues las clases más bajas eran oprimidas brutalmente y víctimas de un régimen despótico. Además la Iglesia seguía abarcando bienes e inmuebles valorados en millonarias cifras, teniendo en frente de los ojos de los sacerdotes, que rara vez respetaban el celibato, la esclavitud y la servidumbre a la cual reducían los latifundistas a los campesinos. Obviamente surgieron muchas rebeliones como las de Tomochic y Chihuahua, así como la de Heraclio Bernal. La más importante fue la de los yaquis, pero fueron reprimidos a hierro y fuego. También acaeció la llamada Guerra de Castas, contra los mayas, quiénes pretendían crear una república independiente, la de Yucatán. Era un conflicto que encontraba sus raícen en 1847 y que Díaz se encargó de dar el veredicto final, los mayas fueron ejecutados, deportados, arrestados y reducidos por montones. El 1 de abril de 1904 el presidente anunció que se acababa oficialmente dicho conflicto, luego de décadas de desangramiento, en un genocidio cruel que quedó impune hasta el día de hoy.
Luego de modificar la Constitución y reelegirse en 1884, 1888, 1892 y 1896, y habiendo anunciado su dimisión en varias ocasiones; en el año de 1910, con ya ochenta años de edad, presentó su candidatura para una nueva reelección, que fue totalmente rechazada por las mayorías campesinas y obreras. Madero el 20 de noviembre del mismo año inicia la gran rebelión. Más tarde Díaz sería derrotado en Ciudad Guerrero, Mal Paso, en la batalla de Casas Grandes, Chihuahua y se le quitó la ciudad de Juárez. Inclusive los Estados Unidos y muchos gobiernos extranjeros le quitaron apoyo internacional al régimen. Al hacerse insostenible mantener su régimen decide dejar el poder luego de casi 36 años, si se cuenta el gobierno de González. Habían sido quinquenios que a México le trajeron, paradójicamente gloria y desdichas. Díaz abandonó el país en mayo de 1911. Su gobierno era ya parte del pasado. Ahora se abría un nuevo capítulo en la historia: La Revolución Mexicana.