El reloj de la Puerta del Sol acapara todas las miradas cada 31 de diciembre cuando se aproxima el cambio de año. En la mayoría de los hogares españoles es ya tradición comer las doce uvas, una por campanada, para comenzar el año venidero con buen pie pero ¿Cómo surgió esta iniciativa?
La teoría más extendida nos remonta al 1909. Según narra esta hipótesis la tradición la pudieron promover los agricultores de Alicante y Murcia para colocar el gran excedente de uva que tenían tras la cosecha de otoño por lo que optaron por regalarlo entre la gente. Esta anécdota tiene parte de verdad y quizás fue decisiva para extender esta tradición entre las clases más humildes, sin embargo, años antes ya se habla del vínculo entre las uvas y la Nochevieja.
Las primeras teorías documentadas hablan de una moda importada de Francia, allí las clases más acomodadadas acostumbraban a beber champán y a tomar uvas durante la última noche del año. Una moda que pronto empezaron a copiar los aristocratas españoles que pasaban largas temporadas en París o Biarritz. Algunos comerciantes vieron un filón y ya, en 1897, empezaron a vender las “Uvas de la suerte” o las “Uvas de la fortuna”.
Ahora queda saber porqué surge la iniciativa de tomarlas en la Puerta del Sol, podríamos pensar que se eligió este lugar por estar a los pies de un reloj simbólico en el centro de la capital, sin embargo, como para todo, aquí también hay una explicación.
Un bando promulgado por el Alcalde de Madrid, Jose Abascal y Carredano a finales del Siglo XIX, sancionaba y castigaba las actividades ruidosas que los madrileños llevaban a cabo por estas fechas, en concreto la del 5 de enero, cuando se tenía por costumbre salir de jarana hasta altas horas de la madrugada. En el bando se multaba con cinco pesetas (un dineral en la época) a los que no acatasen la norma así que la protesta no tardó en llegar.
Las clases más humildes veían como los ricos realizaban fiestas privadas sin consecuencia alguna mientras que ellos eran perseguidos por montar bullicio en las calles así que decidieron ocupar el centro de Madrid y tomar las uvas, retando al alcalde y mofándose de paso de las clases más aburguesadas por su costumbre de tomar las uvas. Una protesta en tono desafiante y satírico que se terminó convirtiendo en toda una tradición.
Con el paso de los años la tradición de tomar una uva por cada campanada saltó el charco y se extendió a otros países de habla hispana como Argentina, México o Colombia.
No podría cerrar esta última entrada del año sin desearos un Feliz 2013, que todos vuestros objetivos y deseos se cristalicen en este nuevo año y que sigamos descubriendo juntos muchos más secretos de Madrid…
Besos y abrazos!!!