J.J. Cordero Ceballos.
Con la finalidad de hacer frente a la guerra económica declarada por la oligarquía nuestro Gobierno revolucionario ha tomado medidas eficaces para proteger a los económicamente más desfavorecidos.
El control de precios y ganancias, apoyados por la aplicación de sanciones a quienes desacaten tales medidas, se está dejando sentir de manera altamente positiva. Lamentablemente, el castigo a quienes incurren en estas faltas no pareciera tener la misma efectividad o aplicación en los centros comerciales privados situados en las zonas de clase media, por muchos tenida erróneamente como rica.
Dentro de la mayoría de las urbanizaciones de clase media, como el control de precios y calidad de los productos, particularmente de los alimentos de la cesta básica, no se hace con regularidad y en forma eficaz, el valor de los mismos aumenta cada semana en no menos de un 10 por ciento.
Se suma a esto el exorbitante costo de la adquisición de la vivienda en propiedad, así como las mensualidades a pagar por concepto del alquiler de una casa, de un apartamento y la educación de los menores que concurren a los colegios privados, situación especulativa que tiene en jaque a la clase media de ingresos moderados.
Por otra parte, tenemos un errado concepto de clase social: a los marginales solemos llamarlos pobres, a los pobres clase media, y a esta última la calificamos como rica. Estamos frente a una especie de Babel en la interpretación de lo que es clase social. Además, no son todos los que están ni están todos los que son.
Hay gente de la clase media que por su cultura y costumbres luce como rica, y ricos que por las mismas causas lucen como pobres. Esto último nos recuerda cuando Simón Rodríguez señalaba que en la escuela pública de la Caracas de su tiempo había un grupo de padres de familia que no pagaba por la enseñanza que recibían sus vástagos, debido a que se hacían pasar por pobres sin serlo.
Quizás está en la errada interpretación que tenemos de lo que es clase social, y así en la atención y las soluciones que damos a sus problemas, una de las principales razones por las cuales la Revolución no ha logrado capitalizar el apoyo de la mayoría de la clase media, formada generalmente por profesionales muchos de los cuales vivimos bajo duras limitaciones económicas.
Esta situación requiere ser estudiada y vista con particular interés por los líderes revolucionarios, ya que hasta ayer la referida clase estuvo colocada al lado y en defensa de los pobres, actitud contraria a la que tiene actualmente cuando la casi totalidad de sus integrantes pareciera haber olvidado su origen, se ha ubicado tercamente al lado de la oligarquía. Loable resultaría buscar las causas reales.
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