Revista Diario

¡El post del novio!

Por Fuxia @fuxiatelier

Hace unos días, Marina me pidió que escribiera un post describiendo mis sensaciones a pocos días de nuestra boda. Acepté a vuela pluma, o sea, sin pensármelo dos veces. Sin caer en ese momento en lo complicado que se hace explicar las emociones cuando éstas son tan contradictorias y están tan a flor de piel. 
Trato de vivir esta última semana como una semana cualquiera. Y ahí tenéis, precisamente, la primera contradicción: si no es una semana como las demás, ¿por qué la vives como tal? La respuesta es fácil: para dar esquinazo, en la medida de lo posible, al estrés y a los agobios previos a una boda. Sin embargo, debo confesar que cuanto más se acerca el sábado, más complicado se me hace templar los nervios. Es imposible abstraerse y más viendo a Marina todo el día de arriba para abajo, haciendo blondas, cortando cartulinas, hablando de variados y extraños conceptos para mí como son el ‘washi tape’ o la cinta de doble cara, colgada del teléfono ultimando cosas con nuestros ‘wendolinos’ y, en definitiva, ocupándose y preocupándose de que todo salga de dulce. Aclaro que los wendolinos son Wendy y José, de Bodas de Cuento, y son los que, además de ayudarnos con los preparativos, salvaguardan la salud mental de mi futura.
Resolví los asuntos esenciales de un novio con una celeridad impropia de un ser tan lento y parsimonioso como el que os escribe: traje, camisa, corbata, cinturón, zapatos, reloj, gemelos… Tenía cerradas todas esas cosillas ya en el mes de febrero para poder vivir esta semana con la tranquilidad de haber hecho, al menos, aquellos deberes que nadie podía hacer por mí. Claro que hay otras tareas: listas de invitados, regalitos, músicas, flores… Pero tengo la inmensa suerte de tener a Marina, que se ocupa de todo. Lo que no tengo tan claro es si lo hace porque no quiere que me estrese o, simplemente, porque no quiere que meta mi zarpa en tales asuntos… Por si las moscas, ella lo disfraza con el clásico “no estás haciendo nada de la boda”, frase que suelta cada vez que está contrariada y/o en los contextos más inverosímiles. “Cariño, dan el fútbol hoy por el Canal +”, digo yo. “¿Lo ves? Es que no haces nada de la boda”, responde ella. Pero en el fondo le encanta hacer, decir, decidir, inventar… Y a mí me encanta que le encante.
Por lo demás, amigos y amigas, la semana transcurre con cierta normalidad más allá de que un buen amigo, en sus ratos libres (que, creedme, son muchos, quizás hasta demasiados), te vaya recordando lo que pasará dentro de 5, 4, 3… días. Eso sí, cuando cesa la actividad, normalmente de noche, me pregunto qué debo esperar cuando estoy a la espera. De casarme, digo. Me horroriza la idea de ser el centro de atención, de que todas las miradas sean para ti, de no poder atender a todos los invitados como se merecen, de no saber contener la emoción y romper a llorar en cualquier momento, de dar la impresión de estar superado por la situación, de parecer demasiado frío, de que en las fotos quede serio… Pero supongo que ese día todo queda disculpado y (casi) todo vale. Se trata de pasarlo bien, dejarlo todo en las expertas manos de los wendolinos y, en definitiva, dejar que todo fluya.   
Estos son mis pensamientos, que me da la sensación de que son bastante unisex, a pocos días de la boda. Espero que los ya casad@s os hayáis sentido más o menos identificados conmigo y los que, como yo, estáis a la espera, sabed que no estáis solos.
¡Suerte a todos!
Ricky 
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