Revista Cultura y Ocio

El pozo y el péndulo. Edgar Allan Poe

Por Mientrasleo @MientrasleoS

El pozo y el péndulo. Edgar Allan Poe
     "Sentía náuseas, náuseas de muerte después de tan larga agonía; y, cuando por fin me desataron y me permitieron sentarme, comprendí que mis sentidos me abandonaban. La sentencia, la atroz sentencia de muerte, fue el único sonido reconocible que registraron mis oídos."
     Cosas que se han quedado grabadas a fuego en mi memoria: ver escondida desde el pasillo parte de la película El resplandor y luego no dormir durante un par de dias; leer antes de tiempo el libro que hoy os traigo y ponerme nerviosa cuando no oía ruidos durante la noche. Ambos títulos los redescubrí en la edad adulta y me encantaron. Por eso hoy traigo el libro a mi estantería virtual, se trata de El pozo y el péndulo.
     Esta vez el narrador es el protagonista. Lo conocemos ya confinado en una oscura celda por la Inquisición bajo los suelos de Toledo. Una celda que irá modificándose para someterlo a la mejor de las torturas, la anticipación a una muerte atroz.
     El pozo y el péndulo es uno de los cuentos más famosos de Poe. En él, además de percibirse el terror psicológico esperado, podemos disfrutar de esa particular forma de narración casi poética, teatral, a la que el autor nos tiene acostumbrados. El protagonista nos irá desgranando las agonías de la mente. Lo acompañaremos mientras explora la celda totalmente oscura y descubre, tropezando, que puede caerse a un profundo agujero y morir allí abajo. Luego asistiremos al primer cambio: ya atado y tumbado de espaldas entre ratas e inmundicia, percibirá el sonido y viento producido por un péndulo que desciende poco a poco. Esta es la parte que más me angustió. La certeza de esa guillotina en movimiento que desciende poco a poco sin dejar aparente escapatoria, la mente, el estrés, la desesperación y la búsqueda de una idea para poder sobrevivir. Una supervivencia que tanto el protagonista como el lector saben será limitada. A fin de cuentas, todos conocemos la sentencia desde la primera página. Aún así, asistimos a un tercer cambio en el pozo: cambia de forma, de temperatura, se estrecha y nos hace sudar durante su lectura como si los confinados fuéramos nosotros. Nos obliga así a buscar la salida junto al desdichado narrador. Consigue que nos involucremos, y esa es la grandeza del relato que hoy traigo: la capacidad de Poe para fundirnos en sus palabras.
     Con un tono sobrio, el autor nos demuestra en este relato que no hace falta sangre para conseguir generar una atmósfera de terror. De hecho, suele ser más efectivo no hacerlo. La mente humana es la mejor de las torturas en muchos casos y este es claramente uno de ellos. Si nuestro protagonista hubiera recibido latigazos no estaríamos tan impresionados. El tono, las palabras precisas y la atmósfera que consigue son magníficas. Ese monólogo a modo de confesión, la sensación de que el protagonista vomita las palabras como si fuera una terapia, una única forma de "escapar" a la peor de las torturas a la que lo somete ese angustioso pozo, nos atrapa y consigue no dejar indiferente a nadie.
     Me gusta Poe. Es uno de los imprescindibles entre mis estantes al que ya he perdonado las noches que me robó el sueño por haberlo leído demasiado pronto.
     Y vosotros, ¿con qué libro empezáis la semana?
     Gracias
     PD. Si sois de los que optáis por los Audiolibros, la voz de Constantino Romero es el complemento perfecto a esta historia.

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