Tras las fallida moción de censura llega la comisión de investigación de la corrupción del PP del Parlamento para mantenerlo desacreditado hasta las elecciones generales de finales de 2019.
Los populares la contrarrestarán con su mayoría absoluta en el Senado creando otra comisión para investigar a los demás partidos, y les repetirán la advertencia del gánster a su dentista enseñándole su revólver: “No nos haremos daño, ¿verdad, doctor?”
En el Parlamento podrían emerger decenas de testimonios contra los populares que se remontarían desde que nació la democracia hasta hoy.
Tras la llegada de Rajoy al poder en 2012 y con tanta denuncia contra el PP, la capacidad nacional de tolerar la corrupción se ha reducido a cero.
Cero para todos los partidos, incluidos más jóvenes, que arrastran historias ahora inaceptables aunque al principio carecieran de importancia.
Ante esta situación el PP, que se siente como un conejo acorralado, está dispuesto a disparar bombas atómicas desde su conejera que es el Senado.
Posee muchos documentos todavía no divulgados sobre el PSOE sostenido con dinero extranjero y su mantenimiento posterior, sobre los negocios del PCE, hoy en Podemos como IU, con dictaduras que siguen en la forma bolivariana e islamista, o sobre los orígenes sociales y familiares de los líderes de la cacería.
Aquí no va a librarse casi nadie; y ya veremos si sale totalmente indemne Ciudadanos.
Ejemplos: los calurosos orígenes de la lujosa vivienda que habita Pedro Sánchez, o la verdadera historia del abuelo de Pablo Manuel Iglesias, condenado a muerte por Franco pero enchufado luego por el Régimen en el ministerio de Trabajo, caverna de falangistas, rojos confidentes de “la secreta”, y creadores de castas endogámicas de funcionarios que llegan al jefe podemita, heredero de esta tradición de burócratas.
“No nos haremos daño, ¿verdad, doctor?”
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SALAS