El PP empieza a ser devorado por perdedores y damnificados

El gran derrotado en las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo ha sido el PP, que ha perdido muchas autonomías y ciudades, entre ellas las mas grandes, como Madrid, Valencia y Sevilla. Hay miles de políticos del PP que se han quedado sin cargo y sin futuro, lo que representa un serio peligro para ese partido, que, al carecer de ideología, solo dispone, para atraer a sus militantes y cohesionar sus filas, del reparto de cargos y privilegios. El PP corre el serio riesgo de ser devorado por sus damnificados. --- ¿Que harán ahora gente como Rita Barberá, Esperanza Aguirre, Teófila Martinez, J. Ignacio Zoido, Monago, Fabra y otros miles de políticos acostumbrados al poder, después de haber perdido sus poltronas, sus altos ingresos y envidiables privilegios? Mantener a esa legión de damnificados heridos bajo control es, en estos momentos, el mayor desafío y la principal prioridad de un partido que, si no gestiona bien su derrota, puede desaparecer.

La mayoría de los miembros de la flamante jauría de perdedores, privada por la fuerza de sus ingresos y privilegios de lujo, está indignada y muchos de ellos culpan a Rajoy, con razón, de su derrota, ya que la mala imagen y el rechazo ciudadano al PP les ha restado grandes masas de votos. Esos "heridos" son hoy un poderoso grupo crítico, contrario al presidente del partido y a su política oficial, dispuesto a conspirar y a causar daño a los culpables de que ellos hayan caído.

Los que culpan a Rajoy tienen razón porque si el mapa de España se ha teñido de rojo y si el PP ha perdido miles de alcaldías y algunas autonomías se debe, principalmente, a la política injusta, antidemocrática y anticiudadana inpuesta por Mariano Rajoy y su equipo, que se sentían seguros de que la incipiente recuperación económica haría olvidar a los ciudadanos las afrentas, engaños e indignidades de su gobierno.

El gran pecado de Rajoy ha sido ignorar que los ciudadanos, ademas de economía, tienen principios y dignidad y que, cansados de padecer humillaciones, marginaciones e indignidades de unos políticos que se comportan mas como amos que como servidores públicos, han decidido vengarse en el único espacio de poder real que les queda: las urnas.

Pero el problema es que Rajoy y su alienado equipo no han aprendido la lección, no han pedido perdón y siguen en el error al afirmar que sólo deben cambiar la comunicación con los ciudadanos, al mismo tiempo que ignoran ese fuerte deseo de regeneración que crece ante la sociedad española, que ya no está dispuesta a soportar mas tiempo en las entrañas del Estado a dictadores camuflados de demócratas.

Rajoy descubrirá pronto lo frágil que es un partido como el suyo, sin ideales y cohesionado únicamente por el reparto de cargos y privilegios, y aprenderá también que la legión de los perdedores hace mucho ruido, es recelosa y tiende a ser vengativa y peligrosamente locuaz.

El PP necesita refundarse, no solo regenerarse, y debe, sobre todo, cambiar su comportamiento. En primer lugar tiene que abrazar la democracia, un sistema que desconoce y, en el fondo, desprecia. Después tiene que erradicar la corrupción que se ha afincado en sus entrañas, escuchar a la sociedad, otorgar al ciudadano el protagonismo que tiene en la democracia, dejar de financiarse con dinero público, aprender a ser austeros, expulsar del Estado a miles de enchufados cuyo único mérito es tener un carné de partido, apoyar a la familia y a las clases medias, que son la espina dorsal de España, dejar de cobrar impuestos abusivos, someterse a las leyes, abandonar la impunidad, reformar el Estado para que adelgace y deje de ser un refugio de corruptos y canallas, someter a los bancos y a las grandes empresas y, por encima de todo, recuperar los valores y devolver a la sociedad el vigor que le han arrebatado.

Sin esas grandes reformas y cambios, el partido seguirá agonizando hasta que los ciudadanos, indignados y deseosos de un mundo mejor, terminen de enterrarlo.