Sin duda volvemos al siglo pasado, si es que no a la Edad Media. El Tea-Party español ha llegado al gobierno. Y empiezan a dar los palos prometidos. Ahí están los primeros pasos. Hoy no voy a hablar de la crisis económica, sino del revanchismo de la extrema derecha y de la Iglesia.
Y eso de mano de un “independiente” –José Ignacio Wert, al que he oído más de una vez, cuando era tertuliano en la SER, presumir de progresista--, y de un ministro como Gallardón, al que muchos de sus compañeros peperos, le llamaban con intención de insultarlo: “socialista”.
El exalcalde de Madrid ha anunciado que se volverá a la ley del aborto de 1985. En una cosa, seguramente, tiene razón cuando dice que esto es lo más progresista que ha hecho en su vida: cargarse uno de los derechos más importantes que ha conseguido la mujer, después de una dura lucha. Él se siente orgulloso, a pesar de que sepa que las leyes europeas están en la línea de la actual, y nos quiera hacer volver al siglo pasado. Un agravio que nos devuelve a las cavernas, morada pepera por excelencia.
Gallardón, el derrochador, acaba de ser nombrado ministro, cosa que ha estado persiguiendo desde siempre, y ha empezado a perder la cabeza. Puesto que si el derribo de la ley actual de la interrupción del embarazo se debe a una presión ultraderechista y católica, decir que “la alcaldesa Botella es lo mejor que le ha ocurrido a Madrid” supone un grado de estulticia que ralla en la locura. Y llega al desvarío, cuando nos machistas a los que criticamos a Ana Botella.
De Wert decir que quiere introducir otra reforma educativa, sin consenso, cuando había criticado siempre que cada gobierno cambiaba la ley cuando llegaba y que la Educación merecía estabilidad. Seguramente, querrá decir que esa estabilidad será desde ahora, desde la ley que nos va a imponer.
En esa reforma que nos quiere implantar, va a eliminar la asignatura de Educación para la Ciudadanía con la excusa de que se trata de una asignatura que adoctrina. Seguramente pretende que la enseñanza sea una acumulación de conocimientos y no enseñe valores, salvo los que ellos defienden. Está claro que su objetivo es reproducir su ideología dominante, inoculando sus valores a los jóvenes.
Sin embargo, la Religión sigue igual, es más, me temo que tenga una fuerza importante también en la nueva Educación cívica que los peperos pretenden imponer. Según esta gente: la Religión forma en valores positivos y la EpC adoctrina.
Por cierto, “magníficas” las declaraciones que ha hecho este ministro, cuando dice que los problemas de educación que sufren en Ceuta y Melilla son porque hay muchos marroquíes. Curioso, que este tipo no se entere de que en Ceuta y Melilla, la mayoría de los habitantes a los que se refiere son españoles, aunque sean de otra religión y pretendan conservar la lengua árabe. A lo mejor lo que pretende es “ceder estos territorios a Marruecos y así acabar con el problema”.
Que la Iglesia Católica ha llegado al poder es innegable. Rouco y sus muchachos se han asentado con su espíritu ultracatólico en la Moncloa. Si antes tenían una influencia notable y el anterior gobierno les había aumentado los recursos, hoy además, por medio del nuevo gobierno, nos van a imponer sus dogmas y propuestas.
Estos dos iniciativas de las que hablo, eran y son puntos de fricción que han provocado las mayores manifestaciones que ha convocado la Iglesia, junto con la extrema derecha. Son claramente una pleitesía a su cúpula y una bofetada a la laicidad del Estado. Una Iglesia que será la única institución que no verá recortadas sus subvenciones e ingresos públicos. España quiere volver a ser la reserva espiritual de Occidente. Hoy más que ayer, pero, probablemente, menos que mañana, estamos más cerca del Nacional-catolicismo.
Y es que los peperos han entendido que eso de las mujeres y los niños primero, era para menoscabar sus derechos.
Salud y República