El prácticum o periodo de prácticas clínicas es ese tiempo que el estudiante pasa en un centro asistencial (hospital, centro de atención primaria, residencia, clínica privada o centro deportivo) y durante el cual pone en juego las enseñanzas teóricas. Pero no es sólo eso, pues esta asignatura es en la que se han de integrar todos los conocimientos, habilidades y actitudes que caracterizan idealmente al profesional.
Así lo expresa la ORDEN CIN/2135/2008 (1), que regula los requisitos para la obtención del título de Grado en Fisioterapia, y de la que ya hemos hablado en esta bitácora. Las cosas están claras. Todos podemos entender lo que es esa integración. La tercera acepción del diccionario de la R.A.E. dice que integrar es “hacer que alguien o algo pase a formar parte de un todo”. Ese todo supone el conjunto de cualidades que definen al fisioterapeuta. Habilidades, conocimientos, valores, actitudes, disposiciones, que se agrupan en las denominadas competencias. El detonante de nuestra actual reflexión es el comentario del Dr. Tomás Gallego Izquierdo, fisioterapeuta y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, en el marco de la 1ª Jornada Interhospitalaria de Fisioterapia, del Hospital Universitario de Fuenlabrada, el 11 de noviembre. Allí, con el respaldo de su experiencia en el ámbito de la docencia, acertó a decir que la pretendida y preceptiva integración en general no se suele producir en el transcurso de los estudios de Fisioterapia, sino más bien después, una vez egresado el estudiante. Entonces, se colige, las cosas no se están haciendo bien. El periodo académico debe prepararnos para una incorporación efectiva e inmediata al mercado laboral. El ya profesional no debería sentir que carece de conocimientos y destrezas suficientes para ello. Ni aceptar que con tiempo y experiencia adquirirá la competencia necesaria para ser autónomo. Ni tener que prolongar su currículo académico para incorporar saberes o habilidades presupuestas en un profesional generalista.
Así pues, parece necesaria una reflexión sobre lo hecho hasta ahora en las estancias clínicas y sobre lo que se pretende con el prácticum. Sin duda en ello tiene mucho que ver la cooperación de profesores asociados y tutores. Sin su participación activa el proceso no puede tener éxito. Y para ello se hacen imprescindibles incentivos acompañados de formación para ejercer la tarea docente con solvencia. El profesor y el tutor han de hacerse también a sí mismos responsables de la calidad de la docencia con lo que ello supone: implicación, iniciativa, autoexigencia, exigencia al alumno, y, por qué no, cierta dosis de entusiasmo. De no ser así siempre que habría de ser posible la retirada antes que la imposición, con resultados nada ejemplarizantes para el futuro fisioterapeuta. Porque, atención, el “producto” del proceso de enseñanza-aprendizaje será finalmente un profesional que ha de asumir pacientes y, como dice Tomás Gallego Izquierdo, el resultado de su trabajo no termina en cada fisioterapeuta sino que afecta a la Fisioterapia como profesión.
Referencias:
1. ORDEN CIN/2135/2008 .Acceso 15/11/11 en http://www.boe.es/boe/dias/2008/07/19/pdfs/A31684-31687.pdf