Mi alma no encajaba en nada
la tempestad era mía,
más nadie la poseía
Su silueta encallada
en el mar de una botella
pesadamente se inclinó
murmurando quedamente.
Abre tu puerta,
soy la sombra,
deja entrar mi alma…
Revélame,desátame,
despega los huiros de mis rocas…
gritó la esperanza.
Mis nudos eran ciegos,
la silueta disuelta
no era real,
solo era un puñado de sal.
Mi voz rompiendo el oleaje,
testigo destemplado del viento.
pertenece a este momento,
no distingue el mas allá.
Descansar, olvidar,
poderoso placer renunciar al presente,
vivir en la nada, satisfecha de ti
pagando el rescate que una vez te pedí.