Revista En Femenino

El precio de la moneda

Por Peineta

Les voy a ser sincera las hormonas no ayudan mucho a gente como yo que se plantea y replantea su vida en cada momento crucial en el que va a sufrir una metamorfosis. Tengo claro que los torbellinos mentales que estoy padeciendo estos días, en la soledad de mi cama son una suma de hormonas, más una vida metida en cajas por causa de una reforma y todo esto aliñado con latigazos en la memoria y el alma que me produce cada viaje a tierra patría. 

Soy de esas personas que piensan mucho en las puertas que ha cruzado en su vida, en las que no ha cerrado, en las que nunca se atrevió a abrir y así hasta imaginar mil y una opciones de vida que siempre se plantea. Por supuesto todo esto antes de verme otra vez en un paritorio…vamos muy en mi línea.

La semana que viene cumplo 16 años junto a la misma persona, les prometo que cuando yo estaba en plena adolescencia  nunca pensé en eso y menos junto a él. Pero a veces pienso como hubiera sido mi vida si en estos dieciséis años hubiera reculado  y tirado por otra puerta con otro camino, y entonces es cuando te viene a la cabeza la foto de tu hijo y ZAS! Todo vuelve a tener sentido.

Lo sé no es sensato pero a veces me gusta pensar que mi vida podía haber sido como esos libros de barco de vapor donde según que opción eligieras había un final  u otro, y a estas alturas de la vida lo único que quería saber es cuales hubieran sido esos finales. (Me gusta fustigarme como diría el gorila)

No hay nada como encontrarte una caja de metal azul llena “de juventud” en tus momentos de reformas y mirar, recordar y soñar pero cuando estas volando por ese planeta un tubo con un pergamino te hace bajar, lo abres y dentro hay un poster-foto del monillo y el aitona, ZAS! Otra vez la realidad!

Pero quedan aun puertas abiertas que mirar, hay una caja dónde vas guardando diccionarios enormes, título universitario, diplomas de postgrados, cursillos que te hacen pensar en aquello que quisiste intentar, en aquello que podrías haber intentado y cuando estás a punto de plantearte que hay una esperanza para recuperar algo….ZAS! una patada a la altura de tus costillas, en el vientre te recuerda que hay otro churumbel en el camino.

Luego viene esa combinación de álbumes de fotos que has mirado mientras los guardas en cajas y esa balda que has observado con anhelo en casa de tus padres, donde hay  elementos decorativos de los viajes de pareja que cada verano hacíais. Entonces vas corriendo a abrir la caja donde sabes que está el pasaporte y mientras miras los sellos y te imaginas como quedaría el de tu soñado viaja a México…ZAS!! En la misma caja están guardadas las primeras fotos de carnet que le hiciste a tu hijo.

Sin embargo les confieso algo, siempre quise ser madre, o eso creía yo, pero por alguna razón que desconozco a estas altura de mi vida y casi sin creerme que voy a ser madre otra vez, pienso y confieso que a pesar del famoso “compensa” la moneda de la maternidad es cara, duradera y eterna, por no decir que tiene ese don especial de devolverte a la cruda realidad, te guste o no.

In My Dreams. flamenco | via Tumblr

¡Ea, ya lo he soltao!

Si lees esto y eres madre, enhorabuena has cruzado esa puerta donde “no tu vida cambia” sino empiezas a vivir otra llena de altibajos y donde tu vida ya no sólo es tuya sino de ellos y la suya depende de ti. Sí ya lo sé, mucho más arriesgado que cuando de joven te planteabas tirarte en paracaídas.

Si no lo eres  y no tienes claro si cruzar o no el umbral, no te martirices, no negaré que es una experiencia única e incomparable, pero no es lo que te realizará como mujer sino la que te juzgará como persona y sabes, no sé si a veces compensa.

*Acaban de leer un post sincero y crudo que no es más que la consecuencia de analizar tu vida ante el miedo de un nuevo reto, la añoranza de lo vivido y la incertidumbre de lo elegido. La autora del blog en esencia pura.


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