La diplomacia vaticana merece un sobresaliente. Benedicto XVI será recibido en España por los Reyes, los Príncipes de Asturias, el presidente del Gobierno, el vicepresidente y ministro de Interior, el líder del Partido Popular, el president de la Generalitat,… Todos los honores son pocos para un hombre que ha amparado con su silencio cómplice el abuso a menores, mientras condena la homosexualidad con alegatos propios de la inquisición. Benedicto XVI representa hoy los valores de la derecha reaccionaria, que calla ante la comisión de delitos de pederastia, al tiempo que reivindica los valores de la familia tradicional.
No entiendo las razones de tanta sumisión ante un hombre, que debería dar explicaciones ante la justicia (y no me refiero a la divina) sobre miles y miles de casos de abusos a menores, que han sido conscientemente ocultados por el Vaticano. La jerarquía eclesiástica ha valorado históricamente más su nombre y su prestigio en el mundo que el derecho a la verdad de quienes han sido víctimas inocentes, y nunca mejor dicho, de sus actos. Por ello, no alcanzo a comprender el desfile de instituciones ante su Santidad (¿?), que lejos de ovaciones y aplausos merece reprobación y condena.
Nos dicen que llega como un peregrino más, pero su presencia nos cuesta un ojo de la cara, también a quienes no le hemos invitado. Si Rouco Varela le quiere en España que corra él con los gastos de desplazamiento, alojamiento, seguridad y retransmisión de sus mensajes. Si su presencia ya nos resulta incómoda, su discurso es para echarse a temblar. Benedicto XVI no representa a la Iglesia; sólo a una parte de ella, y concretamente a la más conservadora, aquella que hace bandera de la ideología dominante y se sitúa con el poder, en vez de hacerlo con la ciudadanía. Hay, en cambio, otra Iglesia, y la conozco personalmente, comprometida con los principios éticos de respeto, tolerancia, igualdad, solidaridad y justicia social.
No me sorprende que los Reyes de España y los Príncipes de Asturias se inclinen ante el Papa. Al fin y al cabo, son miembros del mismo club. Sus privilegios se sustentan en base a los mismos atropellos, mentiras y tropelías. Tampoco me sorprende que Mariano Rajoy bese su mano; tienen en común su admiración mutua por el tea party y las ideas que éste grupo abandera. Reman en el mismo barco y eso une mucho. Ahora bien, ¿qué hacen Zapatero y Rubalcaba recibiendo con honores de Estado a Benedicto XVI? ¿No somos acaso un país laico? ¿No estábamos todos apretandonos el cinturón? La austeridad del Papa no tiene precio. ¿O sí?
http://www.escolar.net/MT/archives/2010/11/%c2%bfcuanto-nos-cuesta-la-visita-del-papa.html