“Eliminados en la primera ronda”. Esa frase es la habitual cuando hablamos de tenis y representantes españoles que han caído ante rivales de mayor talla por ejemplo, pero en el caso que nos ocupa, resulta aún más dolorosa por tratarse de un país entero el que fue vapuleado por dos naciones en la elección de la sede de los Juegos Olímpicos de 2020.
La gran vencedora Tokio, supo coger el toro por los cuernos y comenzar su exposición hablando de su gran problema, Fukushima y de cómo habían resuelto la papeleta, incluyendo incluso intervenciones de deportistas paralímpicas. Además de tranquilizar al Comité Olímpico Internacional al aseverar que sus arcas estaban bien saneadas y contaban con grandes sumas de dinero a la espera de ser invertidas en una cita tan importante.
Por su parte, España, tuvo como momento estrella una intervención triste y vergonzosa en la que la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que apenas se la entendía, intentaba en inglés explicar porqué la capital de España debía ser sede olímpica con ejemplos tan tristes como que los Juegos Olímpicos no eran únicamente la celebración de los deportes sino que son la celebración de la vida y ésta en Madrid se vivía con una “relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor”. O lo que viene a ser lo mismo una relajante taza de café con leche en la Plaza Mayor.
Pero aparte de esta penosa intervención de una políglota en mediocre proceso, la clase política bajo mi punto de vista ha sido quien ha provocado que Madrid haya sido eliminada. Un presidente del Gobierno que hasta hace unas semanas tenía que comparecer en el senado para dar explicaciones sobre su implicación en un caso de corrupción. Unas medidas económicas que en vez de generar confianza crean desempleo y un país roto y con una apatía generalizada no son el mejor ejemplo para la “celebración de la vida”.
Lo más triste de todo es que los más afectados son aquellos deportistas que tenían ilusión en conseguir este objetivo, sobre todo para continuar recibiendo ayudas y apoyo en sus carreras deportivas. Ahora, que no habrá Madrid 2020 probablemente sea difícil mantenerlas por la “coyuntura económica” como excusa.
Con todo esto, una vez más la Marca España ha resultado ser el claro ejemplo de una desastrosa nación que vive más de lo que fue que de lo que podría ser. Y antes de haberse presentado, aquellos que se sumaron a la iniciativa para sacar rédito político, tendrían que haber recordado que el lema de los Juegos Olímpicos es “Citius!, Altius!, Fortius!”, “¡Más rápido!, ¡Más alto!, ¡Más fuerte!”. Y no: “¡Más paro!, ¡Más corrupción!, ¡Más chorizos!.
Esta es la crónica habitual de un día como otro cualquiera…