Reproducimos íntegramente el texto escrito por el ex ministro chileno:
Cuba: Una experiencia diferente
Acabo de regresar de Cuba después de unos días de turismo familiar. Era un viaje que deseaba realizar hace tiempo, ya que quedé entusiasmado con su gente y arquitectura después de acompañar al ex Presidente Piñera en su visita oficial a ese país con motivo de la CELAC celebrada en 2014.
Ahora visitaríamos el valle de Viñales, las ciudades de Trinidad y Cienfuegos, y las playas de Bahía Cochinos y Varadero. Estaríamos cuatro días en La Habana para apreciar la música cubana y la ciudad, ese museo histórico único en el mundo detenido en el tiempo por 57 años.
Todo transcurrió como lo planeamos. Visitamos y conversamos con los amigos y con el cubano de a pie. Estuvimos en Pinar del Río con Dagoberto Valdez e integrantes del Centro de Estudios “Convivencia”. También en “14ymedio”, el diario electrónico fundado por Yoani Sánchez, almorzando con su equipo de redacción.
A los pocos días de recorrer las calles y de conversar con la gente, había confirmado el deterioro económico que el socialismo produjo. Se ve en la infraestructura habitacional, incluso denunciada por Silvio Rodríguez en un video con sus conciertos en barrios populares. En la precariedad de su sistema de transporte público; en la escasez crónica de alimentos; en la pérdida de capital humano con la emigración de 2 millones de cubanos; en las críticas al sistema escolar, así como en la cantidad de graduados universitarios que trabajan como taxistas.
La salud, que el régimen ha tratado de mostrar como un ícono del modelo socialista cubano, tampoco escapó a los efectos de la revolución, como lo prueban los avances del dengue, que se combate con fumigaciones masivas en las calles y casas; la infraestructura hospitalaria, que prácticamente es la misma de los últimos 50 años; y en el retroceso de los indicadores de mortalidad infantil. En 1959 Cuba se ubicaba en el lugar 13 en el ranking mundial; hoy ocupa la posición 34.
El rigor de la revolución socialista también se mantiene en la férrea supresión de las libertades más fundamentales. Al quinto día de estar en la isla recibí una citación oficial en la que se me notificaba que debía presentarme al día siguiente ante el poderoso Ministerio del Interior “para resolver su situación migratoria”. Por supuesto, me preocupé, ya que mi visa estaba vigente y conocía muy bien la experiencia de nuestro compatriota Jorge Edwards. Entonces, tal como le sucedió al autor de “Persona non grata”, también yo “en Cuba me puse más mal pensado”.
Llamé a la embajada de Chile y me atendieron inmediatamente y acordamos reunirnos temprano al día siguiente. Obviamente, no dormí bien y especulé toda la noche sobre las razones de la citación. ¿Será porque saben que organicé la reunión entre Piñera y Berta Soler? ¿Por haber visitado a Dagoberto y a Reinaldo Escobar, jefe de redacción de “14ymedio” y esposo de Yoani Sánchez?
Me costaba aceptar esta posibilidad, pues hacía tres días el Papa había estado en la isla, y Dagoberto es un destacado laico de la Iglesia Católica, ya que fue durante varios años miembro del Consejo de Justicia y Paz del Vaticano. Además, el Presidente Obama visitaría prontamente el país y sabemos que Estados Unidos ha sido campeón de la libertad de expresión en el mundo y le ha dado a Yoani un reconocimiento por la lucha en favor de la libertad en Cuba. Después de muchas cavilaciones, no llegué a ninguna conclusión.
A la mañana siguiente, al buscar un taxi para ir a la embajada, me encontré casualmente con León, el taxista que días atrás me había llevado a la reunión con los amigos de “14ymedio”. Al abordar su viejo Lada me dice: “chico, el otro día después de trasladarte al edificio donde fuiste, se me subieron dos policías de civil del Ministerio del Interior y me preguntaron sobre qué hablabas y qué me habías dicho; ten cuidado, está lleno de estos policías que tú no te das cuenta de su presencia”.
A la hora indicada me presenté en la sede del Ministerio del Interior acompañado por el embajador Gonzalo Mendoza. Un oficial, muy respetuosamente, me señaló que yo había violado la ley al “reunirme con contrarrevolucionarios”. Al ver mi cara de incredulidad, me preguntó: “¿Acaso usted no se reunió con Dagoberto en Pinar y con Reinaldo y su equipo en La Habana?”. Le contesté afirmativamente, que son mis amigos y que en cualquier país del mundo uno puede conversar con la gente.
Minutos después, el oficial me relata detalladamente gran parte de las actividades que había realizado e incluso algunas de las conversaciones que tuve con cubanos. En ese instante recordé el concepto de “dictadura integral” acuñado por Mario Vargas Llosa para calificar al régimen castrista, el mismo que, a pesar de los anuncios recientes, todavía no ha cambiado sustancialmente en los últimos 57 años.
Finalmente, pudimos continuar en Cuba, pero ahora muy conscientes de estar bajo vigilancia y amenazados de no reunirnos más con amigos.
Confío en que el relato de esta experiencia contribuya a continuar impulsando los cambios que lleven la libertad y la democracia a ese maravilloso país y a sus ciudadanos cultos, alegres y acogedores.