Revista En Femenino

El presente (por Ana)

Publicado el 25 junio 2013 por Imperfectas

El presente (por Ana)
 Ella y él en la cama, desnudos, aún sudorosos, los ojos cerrados intentando atrapar en sus pupilas la visión de un orgasmo atronador, de un placer inexplicable, de una cara, la del contrario, cuyas facciones se derriten envueltas en el dulce sudor provocado por las caricias del otro…
El brazo de él la rodea, ambos acostados de lado… la mano de él, lánguida, relajada, sobre uno de los pechos de ella. La cadera de ella encajando perfectamente en el pubis de él, jugando a rozar, a provocar…
El pelo de ella contra la cara de él, que aprovecha para succionar el olor de ese cabello del que hace un rato tiraba mientras le besaba y mordía el cuello, ese cuello largo, elegante… Sus respiraciones acompasadas, la inhalación de él, la de ella, ambos exhalando juntos el aire que llega mansamente a sus pulmones, el hálito vital que en estos momentos también se convierte en placer, como si los dos pudieran atrapar todo el oxígeno del universo y convertirlo en paz dentro de su interior…
Quién se lo iba a decir, cómo iban siquiera a pensarlo esta mañana cuando se levantaban perezosos, odiando el momento de coger el metro e ir a trabajar… Quién se lo iba a decir cuando desarrollaban sus tareas de manera anodina y distraída… Quién se lo iba a decir cuando ambos, después de meses, años acudiendo a sus oficinas en el mismo edificio y sin haberse visto jamás, se encontraron en el ascensor, ese ascensor que les iba a llevar a lo más alto del cielo…
Vivimos tiempos difíciles, de prisas, miedos y dolor… ellos se miraron y decidieron utilizar la prisa a su favor… Intercambiaron unas palabras… de repente surgió la idea de ir a tomar un helado para combatir este calor… utilizaron los miedos para pensar que quizá, si no iban juntos, nunca más se volvería a dar la oportunidad… El dolor les recordó, a cada uno con sus circunstancias, que la vida pasa rápido y no tenemos edad para tonterías…
Ella se vuelve y queda tumbada de nuevo de lado, pero esta vez mirándole fijamente, sus labios cerca de los suyos pero sin rozarlos… la cara de aquel que tienen enfrente se desfigura por la cercanía de los ojos… Ella le dice: “creo que todavía no he pronunciado tu nombre” Él: “Es cierto, y me gustaría oírtelo decir” Ella: “Solo si tú dices el mío” Y los dos, a la vez, pronunciaron el nombre de aquel al que todavía no conocían y, vete tú a saber, si iban a tener la posibilidad de conocer más adelante… Pero ahora es ahora, y el otro está pronunciando su nombre… eso es lo que vale…

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