Los papeles de Bárcenas, tanto si son auténticos como si son un burdo montaje, tendrán importantes consecuencias en la política española. En primer lugar debilitarán la partitocracia y en segundo lugar empujarán a los políticos hacia la regeneración, no por covencimiento sino por miedo a la furia e indignación de un pueblo que ya está cansado de soportar a delincuentes en la política. ---
Si los apuntes sobre pagos en dinero negro a la cúpula del PP son auténticos, entonces los populares están sentenciados y tendrán que salir del poder por corruptos y delincuentes, sufriendo un duro castigo de la ciudadanía, que los marginará del poder durante décadas. Pero si se demuestra que esos papeles son un montaje, entonces será el PSOE, el partido que cree a pie juntillas que son auténticos y que exige la dimisión de Rajoy, el que pierda la pelea y quede ante la ciudadanía como una cruel asociación de malhechores, capaces de vender el alma y de realizar todo tipo de canalladas con tal de alcanzar el poder "como sea", incluso con maniobras mafiosas, al margen de las urnas.
El presente y el futuro de España giran en torno a los papeles de Bárcenas, que están ya en manos de la Justicia. Pero sea cual sea la sentencia, los dos grandes partidos políticos saldrán abrasados y todavía más despreciados e podridos de este asunto porque, aunque todo fuera un montaje, lo grave es que los ciudadanos se lo han creído, lo que demuestra que los españoles creen con firmeza que están siendo gobernados por golfos y sinvergüenzas.
Algunos creen que, ante su derrota humillante en las urnas, el PSOE ha regresado al espíritu conspirativo y antidemocrático de 1933-34, el que creó las bases para la Guerra Civil. Otros piensan que los papeles de Bárcenas han puesto al descubierto una práctica común en todos los partidos políticos españoles, que reparten dinero clandestino entre los suyos y que utilizan los fondos públicos para alimentar el clientelismo y la corrupción. Otros se sienten escandalizados de que se exija al PP que demuestre su limpieza, lo que representa una inversión de la carga de la prueba, que debe recaer sobre el que acusa. El PSOE, el que apoya la operación, parece que quiere gobernar sin ganar en las urnas, sea como sea (Zapatero dixit), conducta que muchos historiadores y analistas piensan que siempre fue una constante de ese partido, desde que se fundó. Otros creen que el gran fallo del PP ha sido permitir que alguien con demasiada información valiosa se cabree e inicie una venganza sanguinaria y letal, como ocurrio con la mafia en Estados Unidos, que empezó a caer cuando el FBI detuvo e hizo confesar a los contables. Otros piensan que detrás de esos papeles esta el defenestrado juez Baltasar Garzón, cargado de odio contra los que le echaron de la Audiencia Nacional, ayudado por su amigo el ex diputado popular Jorge Trías Sagnier, cuyo odio hacia el PP es visceral e íntimo. Unos pocos, por último, piensan que el caso Bárcenas ha sido como una bendición del cielo para España porque ha logrado que los más antidemocráticos políticos del país, hasta hace poco arrogantes e instalados en el desprecio al ciudadano, como sátrapas orientales, estén ahora aterrorizados ante la indignación del explotado pueblo, hablando de listas abiertas y de regeneración, palabras que hasta hace pocos días estaban prohibida en el léxico de los desprestigiados y nefastos ´políticos de la partitocracia española.
Otros pensamos que, ocurra lo que ocurra, el resultado será bueno porque la clase política está de rodillas y tiene miedo. Es como si de pronto se hubieran dado cuenta de sus miserias, arbitrariedades y abusos de poder, de sus robos y rapiñas, de que han metido la mano en los fondos públicos más de lo que era prudente y de que no todo estaba tan bajo control como ellos pensaban.
Están tan asustados e inseguros que Ana Mato podría dimitir, cuando esa dimisión era impensable hace apenas un par de semanas, a pesar de que es evidente que ella y Sepúlveda estaban juntos y eran socios cuando los cabecillas corruptores del Gürtell les colmaron de regalos.
Ante la actitud siniestra y desesperada de Rubalcaba, unido como un poseso a una acusación a la que quizás le falte consistencia, es posible que el cobarde Rajoy se anime y decida hacer pagar a los traidores del "Faisán" su chivatazo a ETA y otras muchas traiciones y colaboraciones con la banda armada que debieron producirse cuando Rubalcaba era el responsable de la lucha contra el disminuido terror etarra.
Algo debe estar cambiando en la mente de los sátrapas antidemocráticos que dirigen este país cuando Esperanza Aguirre habla de otorgar más protagonismo al ciudadano, lo que implica reconocer que la ciudadanía ha sido marginada y hasta aplastada por los políticos dictadores que se han hecho pasar por demócratas durante las tres últimas décadas.
Pero ¡cuidado! porque si alguien cree que los políticos españoles se están regenerando y haciendo demócratas se equivoca porque solo tienen miedo, un miedo creciente a la furia e indignación del pueblo, que siempre ha sido saludable para los dictadores y opresores.