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El presidente de Chipre, Nicos Anastasiadis, viajaba este domingo a Bruselas para mantener una reunión de la última oportunidad con los acreedores europeos, en la víspera de que expire el ultimátum del Banco Central Europeo (BCE) que amenaza con cortar la línea de crédito a los bancos de la isla al borde de la quiebra.
Después de una jornada de maratonianas negociaciones en Nicosia con respresentantes de la ‘troika’ -Unión Europea (UE), Banco Central Europeo (BCE) y Fondo Monetario Internaciona (FMI)-, el presidente Nicos Anastasiadis tendrá que convencer a Bruselas de que su plan para lograr los 7.000 millones de euros (más de un tercio de su PIB) que le pide la zona euro a cambio de una ayuda de 10.000 millones de euros es sólido.
El presidente se reunirá con responsables europeos y con la directora del FMI, Christine Lagarde, según el portavoz del Gobierno, Christos Stylianides, y está prevista una reunión de los ministros de Finanzas de la zona euro (Eurogrupo) sobre Chipre a las 17H00 GMT.
“Las negociaciones se encuentran en una etapa muy delicada. La sirtuación es muy difícil y el tiempo limitado”, añadió el portavoz, al final de una reunión con responsables de partidos políticos que acabó entrada la noche.
Según la prensa chipriota, las negociaciones entre Chipre y la ‘troika’ sobre un acuerdo para rescatar de la quiebra a la isla mediterránea progresan.
Los progresos consisten principalmente, según varias televisiones chipriotas, en la imposición de una tasa de 20% para los depósitos superiores a 100.000 euros del Bank of Cyprus y una excepcional del 4% para las cuentas que superen esa cantidad en todos los bancos del país.
La idea inicial de imponer una tasa excepcional a todos los depósitos bancarios prendió fuego en la opinión pública y el Parlamento la rechazó el martes, lo que sumió a los dirigentes en una carrera contrarreloj en busca de alternativas.
En la isla, donde los bancos llevan una semana cerrados, el miedo y la ira de los ahorradores, temorosos de perder sus ahorros o fondos de pensiones, va en aumento. Por encima, el jueves, el BCE exigió un acuerdo antes del lunes, porque en caso contrario cerrará el grifo a los bancos.
“Si no garantizan nuestros fondos de pensiones, empezaremos una huelga a partir del martes”, cuando está previsto que reabran los bancos, advirtió el sábado Loizos Hadgicostis, presidente de la Unión Chipriota de los Empleados de los Bancos (Etyk).
Según un responsable del Gobierno chipriota, las negociaciones entre Nicosia y sus acreedores se están convirtiendo en un pulso.
Citado por la agencia CNA, la fuente, que pidió el anonimato, criticó el sábado por la noche la actitud “rígida” del FMI en las negociaciones, diciendo que formulaba “cada media hora una nueva exigencia”.
Sin un acuerdo antes del lunes, según fuentes europeas, los países de la zona euro están dispuestos a excluir a Chipre para evitar que la crisis contagie a Grecia, España e Italia.
El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, advirtió de nuevo a la isla que su permanencia en la zona euro dependía del proyecto de plan de rescate, en una entrevista al Welt am Sonntag.
“Cuando la ‘troika’ estime que existe un proyecto que aporta una solución a los problemas de Chipre y que se ajusta a las normas, el Eurogrupo podrá centrarse en el tema”, afirmó. “Aquí y ahora, mientras hay negociaciones en curso, no puedo decirles con absoluta certeza” si la Unión Europea aceptará ayudar a Chipre, dijo. “Chipre tiene, en cualquier caso, un recorrido difícil por delante. Y no se debe a la rigidez europea, sino a un modelo económico que ya no funciona”, insistió el ministro.
Ante la amenaza de hundimiento, los diputados chipriotas adoptaron el viernes por la noche las primeras medidas: reestructuración del sector bancario del país, creación de un fondo de solidaridad e imposición de un límite al movimiento de capitales cuando reabran los bancos.
Según varias fuentes europeas, el plan negociado comprende la reestructuración del Bank of Cyprus y del Popular Bank, que “deben desaparecer” en favor de una nueva entidad bancaria creada con sus activos sanos.
La medida se debe completar con un gravamen a los activos sanos que salgan de ambos bancos.
La ley de reestructuración bancaria votada el viernes ya contempla la congelación de todos los depósitos del Popular Bank superiores a 100.000 euros y según la prensa local, el gravamen esperado para las grandes cuentas del Bank of Cyprus podría compensarse con bonos del Tesoro, lo cual evitaría un voto parlamentario.