Revista Salud y Bienestar
Conocedor de los entresijos de los centros de salud (trabaja en el de El Palo), Luis Gálvez ha sido uno de los artífices de que más de 4.000 profesionales se hayan reunido en Málaga en un congreso europeo de médicos de familia. En esta entrevista defiende que es siempre más rentable invertir en la atención primaria que en los hospitales, y que en tiempos de crisis, como los actuales, lo es mucho más.
-¿Fue muy complicado traer a Málaga el congreso europeo Wonca de médicos de familia?
-No. Se trataba de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno. Hace cuatro años, en Florencia, la Sociedad Española de Medicina Familia y Comunitaria presentó una candidatura. Que yo fuese el vicepresidente de esa sociedad y el responsable de los temas internacionales ayudó. Se hizo una propuesta y se vendió muy bien la idea. Málaga es una ciudad muy atractiva. Al proponerse que el congreso se hiciese aquí, la gente estuvo encantada.
-¿Los problemas de la medicina familiar y comunitaria son los mismos en toda Europa o hay diferencias entre los distintos países?
-Las cuestiones que hacen a los pacientes acudir a los centros de salud son similares en toda Europa. La respuesta que da el sistema sanitario es distinta en función de que la medicina esté socializada, como es el caso de España y de Reino Unido, o sea más libre, como ocurre en Francia y Alemania. En general, las quejas de los usuarios son las mismas.
-¿Ha mejorado la atención primaria respecto a sus comienzos o ha habido un retroceso?
-Al principio, la atención primaria era mala. Luego hubo una clara mejoría. De unos diez años para acá se aprecian una serie de limitaciones.
-¿A qué limitaciones se refiere?
-Pues a no sustituir a los médicos de familia por bajas o vacaciones, o sólo hacerlo de forma parcial. Es decir, hay una reducción de recursos. De todas formas, gracias a un gran esfuerzo de los profesionales, la asistencia que se presta es de mucha calidad para la situación actual.
-¿Se ha conseguido corregir la masificación de los centros y que cada médico tenga como máximo a 1.500 usuarios en su cupo?
-En gran parte, sí. No obstante, a causa de la crisis, hay una falta de medios y no se cubren las sustituciones. A pesar de ello, los cupos están mejor dimensionados que antes.
-¿Estima que los ciudadanos salen satisfechos con la atención que se les presta en las consultas de los centros de salud?
-La satisfacción de los usuarios es muy grande, porque se les resuelven gran parte de sus problemas de salud. Y si ese porcentaje no crece más todavía es porque las expectativas de los ciudadanos son altísimas. No sólo acuden a nosotros por cuestiones importantes, sino también banales e, incluso, por temas de estética.
-¿Cree que sería positivo que a los médicos de familia se les diese mayor autonomía para pedir más pruebas diagnósticas a sus pacientes?
-En términos globales creo que sí. Ahora bien, hay que tener cuidado para que no se dispare el gasto. En estos momentos, en que la situación económica es francamente mala, y cuando se mantienen muchos servicios y prestaciones a costa de un endeudamiento que supondrá un esfuerzo importante en los próximos años, hay que ser muy eficaces. No obstante, es indudable que si los médicos de familia pudiésemos solicitar más pruebas, seríamos más resolutivos, es decir, contaríamos con una mayor capacidad de detección de enfermedades y de resolver problemas. Además, les ahorraríamos a los pacientes visitas a los hospitales.
-¿Los médicos de familia son vistos por la sociedad como especialistas de segunda categoría?
-Cuando empecé la especialidad de medicina de familia era así, pero desde entonces esa percepción ha cambiado gracias a nuestro esfuerzo y trabajo. El valor nos lo hemos ganado a pulso. En las tres décadas de desarrollo profesional de nuestra especialidad hemos tenido que ir demostrando que contamos con una formación y cualificación alta. Hace treinta años éramos unos especialistas de tercera, luego fuimos subiendo de categoría, y espero que en un futuro próximo, si es que ya no lo hemos conseguido, tengamos la consideración de especialistas de primera.
-¿Qué ventajas presenta para los pacientes ser atendidos por facultativos de los centros de salud?
-Lo más importante es que nosotros conocemos al individuo y a su entorno. Para que se entienda, cuando atendemos a un paciente no es como si miráramos una fotografía, que sólo recoge un instante determinado, sino que vemos su película y sabemos sus problemas y los de su familia. Hacemos un seguimiento de la salud de las personas a lo largo de su vida y no nos limitamos a tratarlas en un momento puntual. Eso ayuda muchísimo a la hora de formular un diagnóstico y de ofrecer soluciones.
-¿Hace la población un uso racional de las visitas a los médicos de atención primaria?
-Yo creo que no. Y en esa idea coincidimos muchos colegas. Lo que ocurre es que ¿quién decide lo que es motivo de consulta y lo que no lo es? Considero que recibimos bastantes visitas por motivos estéticos. La sanidad pública no se puede hacer cargo de esos temas. Se consulta por muchas cosas banales que no son necesarias que las vea el médico.
-¿Cómo se podría lograr una reducción de consultas que son innecesarias o están fuera de lugar?
-Para ello, es necesario concienciar a la población de que los recursos son limitados.
-A su juicio, ¿cuál es el futuro que le aguarda a la atención primaria?
-Nos esperan años de vacas flacas. La asistencia sanitaria en general se podría resentir. Está demostrado que si hay que invertir un euro es más rentable hacerlo en la atención primaria que en los hospitales. Por eso, en el congreso Wonca se ha elaborado un manifiesto para que los distintos países europeos destinen más dinero a esta parcela sanitaria.
-O sea, siempre es más rentable invertir en primaria que en hospitales, pero mucho más en tiempos de crisis como los actuales, ¿no?
-Sin lugar a dudas. Eso está demostrado a través de bibliografías y de informaciones fidedignas. La explicación es muy fácil: atender y resolver un problema, por ejemplo en el centro de salud de El Palo, en el que yo trabajo, es mucho más barato que mandar a ese paciente a un hospital, que está pensando para los problemas graves.
**Publicado en "Sur"
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