Carola Chávez.
Termina el año y la nueva Asamblea Nacional, oootra vez, se va de vacaciones, pero antes, es preciso hacer un breve -y digo breve porque esta AN no da para mucho- recuento esto que lo que los diputados opositores denominaron “El primer año de rescate de la democracia por parte del pueblo venezolano”.
Se instaló la nueva Asamblea en enero con la promesa de salir de Maduro en junio. Su única promesa electoral, la de acabar con las colas, ya no importaba tanto. Como siempre, las promesas electorales adecas son solo eso, promesas vanas. Aunque habían asegurado que ganar la Asamblea se traduciría en el fin de las colas y el florecimiento de la economía, con sueldos en dólares -Guanipa today- y todo; una vez agarrado el coroto, los diputados recién electos explican a sus votantes que sí, pero no, porque para acabar con las colas no basta la Asamblea, sino que hay que sacar a Maduro para que aparezcan los productos como por arte de magia. Termina la sesión.
Pasan los días y no pasa nada. Los diputados MUD parecieran no saber qué hacer con el poder que tienen en sus manos. “¿Qué hacemos Henry? Dinos tú que, además de tener un motor arrechísimo, tienes experiencia en estas vainas”. Henry hace lo que sabe hacer, destruir todo hasta sus cimientos y luego sentarse en un tronito de escombros y cenizas a jugar al Nadapoderoso. Así, la primera ley que aprueba la nueva AN es la “Ley de la perra gana”.
De ahí en adelante fue todo en bajada y sin frenos, que si desacato al TSJ, y ahora toma tu tomate con esta una ley de amnistía que incluye, entre otros delitos a perdonar, el narcotráfico, el tráfico de explosivos y armas de guerra, el uso de menores en acciones violentas, la estafa bancaria, la estafa inmobiliaria, siempre que estos delitos se hubiesen cometido con el fin de derrocar al gobierno. Que si vamos con Almagro a activar la Carta democrática. ¡Por fin una idea que valía la pena, chico! ¡A viajar! Luís Florido salió de primer chicharrón y las comitivas de diputados viajando a la OEA se hicieron tan seguidas que uno no sabía si, en todo caso, sería más práctico instalar las sesiones de la AN allá en la oficina de Almagro.
Pero no todos fueron a la OEA, otros más sofisticados, prefieren Europa para ir a hablar mal de Venezuela. Mientras que los más jóvenes, como Freddy Guevara y sus panas ex líderes estudiantiles, esos que decían que no eran políticos y mira tú, esos que claman que el que se cansa pierde, prefieren viajecitos de relax a algún resort de Cancún, La Romana o Miami, y flotar a la deriva en una esplendorosa piscina. ¡Eso si es vida!
A todas estas, ya los seis meses prometidos habían pasado de largo y Maduro seguía siendo el Presidente. La vida de los diputados MUD se hizo tan sabrosa que hasta sacar a Maduro les daba flojera, y ¡ni hablar de ir a sesionar! Entonces no hubo quórum. Algo había que decirle a su gente para que no se diera cuenta de que sus diputados no trabajan. Convencidos de que sus votantes son idiotas, les explicaron que no hay quórum por culpa de los diputados chavistas que no van a las sesiones. “Nos la comimos con esa excusa” – dijo Freddy Guevara antes de partir en el Audi que “le prestó un empresario a cambio de nada”, rumbo al aeropuerto internacional de Maiquetía.
Treinta y cuatro sesiones sin quórum, pero en las que si lo hubo, se discutieron leyes y reformas importantísimas para acabar con las colas, como la del a ley de telecomunicaciones, que entre otras cosas, pretende ceder a los dueños de los grandes medios, de por vida, o sea, forever, el espacio radioeléctrico de todos los venezolanos Estamos contigo RCTV y ¡zuas! ¿apareció la Harina Pan?
La falta de quórum se hizo tan rutinaria que cuando sí lo logran, la cosa se convierte en noticia. Esta semana leíamos en el twitter de Sumarium, un medio digital definitivamente opositor: “#AHORA Inició la sesión ordinaria de la AN con el quórum requerido”. ¡Auch!
Así termina el primer año de esta Asamblea opositora, hundida en la nada, autodeslegitimada. Terminan sin referéndum, sin propuestas viables, desempolvando loqueras como el “abandono de cargo” de un presidente que no hay dejado de trabajar ni un solo día, o un impeachment, queriendo ser un poco Brasil. Terminan pataleando contra el diálogo al que están obligados a asistir. Terminan con un presidente del parlamento muy zorro que debe entregar su silla en unos pocos días, sin que le guste mucho la idea. Terminan peleando entre ellos mismos, mientras hacen las maletas para irse de vacaciones a Miami o a Paris. Porque son diputados sí, pero eso no quita que sean humanos y que pese sobre sus cuerpos el cansancio que les dejó ”Primer año del rescate de la democracia”. Bon voyage!